lunes, 24 de septiembre de 2018

ASENSIO SALVA LOS MUEBLES

El Madrid se dejó ir en la segunda parte y un muy buen Español estuvo a punto de sacar un punto del Santiago Bernabéu

Antonio Blanca

El Real Madrid volvió al Santiago Bernabéu después de haber fascinado con su fútbol en Liga de Campeones. Su exhibición contra la Roma bien podrían generar un crecimiento en la convicción de los jugadores para con el plan del entrenador, pero, a su vez, contenía el riesgo de la complacencia.

Los catalanes viajaron a la capital en puestos europeos, evidenciando ya lo compacto de su planteamiento. Conceder pocos goles y amortizan al máximo los anotados. Rubí no contó de salida con Sergio García ni Baptistao, pero introdujo a Marc Roca, Darder y Granero con el fin de pelear la posesión al gigante. Piatti, Hernán Pérez y Borja Iglesias buscarían las cosquillas a la zaga local. Este pegajoso sistema comenzó valiente, desafiando al tú a tú al vigente campeón de Europa.

Adelantaron líneas y presionaron los dos bloques. Ambos no escatimarían en gallardía para tratar de sacar la pelota jugada a pesar de la ambiciosa oposición ajena, generando un juego en medio del campo que tardaría en soltarse. En los primeros diez minutos sólo se registrarían dos llegadas, en consecuencia. Un robo de Casemiro a Granero, que activó una transición que confluyó en el centro de Odriozola y el remate tímido de Isco a las manos de Diego López, que fue respondido, casi de inmediato, por el vuelo 'perico' que embocó Piatti en el despeje de Sergio Ramos.

Con el paso del tiempo, el devenir tendería a la pronosticada ocupación de espacios. La pelota se convirtió en jurisdicción del control horizontal merengue y la verticalidad se tornó en la herramienta de un Espanyol que replegaba y ya sólo presionaba de manera selectiva. Aplicaría intensidad la nómina de mediocampistas y delanteros barceloneses para taponar los pasillos entre líneas y las superioridades en banda que proponía el libreto de Lopetegui. Aún así, Piatti gozó de la mejor oportunidad tras un error de Varane. Hernán tomó el cuero y cedió para el zurdazo del argentino que lamió el poste de Courtois. El aviso lanzado resultó contundente: si el favorito desconectaba en fase defensiva y en la atención al equilibrio táctico se le indigestaría la noche.

Odriozola acumularía centros inocuos al área. La telaraña diseñada por Rubí, que cortaba con faltas estratégicas cada conducción que amenazaba como desajuste, incomodó mucho a un Madrid que luchaba por eludir la densidad y la guerra de guerrillas propuesta. Modric, Ceballos, Asensio e Isco no se asociaban por el centro y Diego López no padecería una tormenta, ni mucho menos. Los creativos madridistas verían examinada su paciencia. Frente al compromiso defensivo de todos los peones visitantes, los locales mantuvieron su presión a campo completo. Y Ceballos emitió síntomas de crecimiento en el papel de gobernador incipiente.

Un lanzamiento desde larga distancia y muy alejado de arco de Vila atravesó la media hora de reducción de espacios y disparos por mor del tacticismo. El cabezazo picado y pegado a la madera de Casemiro, en un córner, recordó a los de Concha Espina el magnetismo del balón parado para desatascar el entuerto en el que se descubría ejecutando ataques de balonmano. Y en el 36 Hernán se encontró con un mano a mano con Ramos, sentó al andaluz y se topó en los guantes de Courtois. Una nueva advertencia catalana a un dibujo dominador sin, siquiera, acercarse a la posiblidad de morder. La alineación del Madrid, precabida ante lo venidero -partidos ante Sevilla y Atlético en la semana próxima-, granjeó el monopolio de la redonda. Nada más. Y esa falta de veneno y verticalidad dio seguridad y alas al astuto Espanyol.

A la reanudación se arribaría con el tempo combinativo local anestesiado; con Ramos, Casemiro y Varane expuestos tras cada pérdida propia; y con la energía remitiendo y conllevando que la presión no llegara a tiempo, para la creciente placidez visitante. Y, a pesar de todo esto, con el 1-0. En una acción salicada de rechaces, Modric engatilló un derechazo desde la frontal que le cayó, tras ser repelido por un zaguero, a la zurda de Asensio. El balear lanzó, desde el pico del área, un golpeo raso, ajustado e inapelable al segundo palo. La calidad rescató de la apariencia plomiza a la identidad buscada por el exseleccionador nacional. Isco y Nacho rondarían a Diego López para clausurar el comprimido primer acto.

Una asociación certera y fluida entre Isco, Ceballos y Modric, con disparo final del croata y despeje de Diego López, inauguró el segundo tiempo. El derechazo peligroso y angulado del malagueño, a continuación, afianzó lo que parecía un acelerón en las revoluciones del Madrid. Por ende, el esquema de Rubi retrasó filas y fue constreñido a capear el temporal desde la cueva, con el contragolpe ansiado cada vez más lejos. El preparador 'perico' reaccionó sacando a Darder y a Piatti para dar entrada a Baptistao y al pulmón Víctor Sánchez. Lopetegui resolvió intentar propulsar la inercia sobrevenida añadiendo picante y restando elaboración, saltaron al verde Mariano y Lucas Vázquez, y descansaron Benzema y Ceballos.

Con ese matiz en la morfología del dibujo el conjunto local apostaba por el desborde, la resolución ofensiva del duelo y el ataque de los espacios que el Espanyol tendría que dejar si quería buscar el empate. Mas, antes de que se materializara (o no) ese plan, Borja Iglesias superó a Courtois y se estrelló en el travesaño después de penalizar la relajación defensiva -en este particular caso de Ramos-. El susto heló a la tribuna y despertó a la ambición catalana. Roca remataría al cuerpo del arquero belga, redondenado el respingo visiante. Sergio García entró, entonces, para quemar las naves del todo. No le había salido la cesión de la posesión y el centro del campo al técnico madridista.

Los 20 minutos postreros realzaron la influencia del calor y la falta de fuelle. Modric e Isco se desperezarían, fabricando el cabezazo de Ramos que Diego López envió a córner con una estirada de foto, y su equipo reclamó las riendas del envite para facturar el triunfo desde el control. Pero, al no sostenerse en el tiempo ese repunte de intensidad el desenlace no escaparía a la incertidumbre. Los 'pericos' amenazaron a la contra (Baptistao falló un centro claro en un tres para dos) y a balón parado.

En el 81 se había fracturado el proyecto táctico, con los esquemas partidos y el ida y vuelto desplegado. El entrenador local deshizo su viraje previo y colocó a Marcos Lorente como doble pivote, al lado de Casemiro. Un volantazo defensivo que no evitaría el intercambio de golpes resbaladizo. Asensio, Baptistao, Lucas Vázquez, Llorente y Víctor Sánchez lo probarían mientras que la impotencia atacante forzaba a languidecer a un Espanyol que fue capaz de tener al segundo clasificado en vilo hasta el pitido final. Le valdría el despliegue descuidado al coloso para sellar otra victoria.