martes, 25 de septiembre de 2018

MODRIC HACE JUSTICIA

Aránzazu Gálvez

Emocionaron especialmente los aplausos dirigidos a Luka Modric, porque es difícil enamorarse de un mortal, cuando tu mundo lo dominan dos criaturas procedentes de la Luna que todavía presiden la mesa de cuerpo presente. Y también, porque los realmente buenos escasean. La belleza de Modric proviene de sus silencios; de su voluntad constante por construir una obra a partir de la nada. Alguno ha demostrado que tiene mucho que callar, que le debe una lección importante a sus hijos: saber perder nos hace mejores, nos hace humanos. Nos engrandece. Ya lo dijo Rafa Nadal, el mejor de los nuestros, el día después de proclamarse campeón del US Open el pasado año: “Ser buena gente vale más que cualquier título”.

Todavía recuerdo, con claridad inusual, aquel partido de la Supercopa de España de finales de verano de 2012 contra el Barcelona. Esa media melena rubia mecida por las penúltimas brisas estivales saltaba al césped del Santiago Bernabéu en el minuto 83 reemplazando a Mesut Özil, para cambiar el la existencia del Real Madrid. Luka Modric revivió el centro del campo de un equipo que pedía clemencia al enemigo. Un Madrid descompuesto encontró a su pequeño guía espiritual.

Su exterior empezaba a pulirse digno y pulcro. Luka nunca se rindió ni se resignó, porque empezó a temerse que, tarde o temprano, los buenos siempre ganan. Luka ordenó un caos autoritario, escaso de valores y de visiones. El croata dio forma a una nueva era que todavía a esta hora no somos capaces de asumir. De hecho, tardaremos años en hacerlo y nos acordaremos de él cuando la oscuridad se cierna sobre nosotros.

A partir de ahora, este tipo de premios habría de ser justos o desaparecer. Pero claro, también se quieren muchas cosas para este mundo que se antojan complicadas por no decir imposibles. No se puede pedir equidad cuando entra en juego tanta subjetividad, es cierto, pero hay cosas que rayan el mal gusto. El premio Puskas a Salah es un gesto entrañable, pero Bale debe de estar jurando en arameo.

Lo que se ha reconocido con el premio The Best, es que Modric convierte el fútbol en algo literario, artístico, teatral. No solo este año, sino todos los anteriores en los que los goles han cegado nuestra razón. Sus clases no son puntuales, son una costumbre. Creo que lo he repetido hasta la saciedad, no recuerdo un mal partido de ese caballero hijo de Zadar. Se ha hecho justicia con un hombre que dignifica su profesión. Espero que todos estemos de acuerdo, o al menos, de buen humor. Estoy convencida de que ese sería el mejor regalo para Luka, el mejor de los buenos.