Antonio Blanca
El
resbalón del Barcelona en Leganés sorprendió al Real Madrid en el verde del
Sánchez Pizjuán. Con el calentamiento hecho de cara a su enfrentamiento ante el
Sevilla, los jugadores capitalinos comprendieron que estaba en su mano acceder
al liderato de La Liga. Quizá, se relajaron. Al menos, esa es la conjetura que
sobrevendría como consecuencia de la puesta en escena durante la media hora
inicial. Porque en ese trecho los andaluces volaron mientras que los visitantes
querían anestesiar un tempo del que no dispusieron el timón.
Pablo
Machín se la jugó en su planteamiento y le salió redondo. Ante la baja de sus
dos mediocentros defensivos, salió con un 3-5-2 en el que Banega ejercía como
ancla única. Con Navas y Arana en los carriles, Vázquez y Sarabia como
interiores y Ben Yedder y Andre Silva en punta, los locales dispusieron una
apuesta ofensiva, arriesgada y valiente. Porque confiaron en su capacidad
defensiva y compromiso colectivo para amortiguar la amenaza a la contra de los
merengues. Y esa maniobra estratégica les entregaría los tres puntos a las
primeras de cambio.
Julen
Lopetegui reprodujo su idea de posesión, recuperando a Marcelo, Kroos y Bale
como titulares. Asensio y Benzema ejercerían como delanteros en un 4-3-3 que
fue deglutido por la hiperactividad ajena. El regreso a la nómina de piezas
característica -salvo la entrada de Nacho por Carvajal- sólo sirvió al
preparador vasco para comprender la dimensión del envés de su colorido libreto
si la intensidad y la concentración no abonan el terreno. Ante el Sevilla, que
venía de meter 6 goles al Levante, su plan quedaría arrasado con estrépito.
A
pesar de la ausencia de presión a cancha completa sevillana, los madridistas
pretendieron sobrevivir con una circulación pausada, perenne y anestésica al
vendaval. Por ende, sucumbieron. Tardarían 10 minutos en enlazar más de cinco
pases y su tiro inaugural se registró en el 23, cuando Bale despertó y se sacó
una acción individual en la que sentó a tres rivales y sacó un zurdazo que se
estrelló en la madera. Hasta ese pico el bloqueo táctico ejecutado por los
andaluces apagó el juego entre líneas y al hueco de los favoritos. Además,
amortizó el agujero que se desnudó en la banda de Marcelo. Por flagrante
inapetencia defensiva del carioca y la falta de ayuda de Asensio.
Treinta
segundos demoró el hambriento escuadrón de Nervión en perforar por ese perfil.
Sarabia abrió al espacio para sacar de sitio a un Varane dormido. Andre Silva
se coló y, sin ángulo, chutó para el despeje precoz de Courtois. El arquero
belga participaría también en la falta frontal lanzada por Banega que confluyó
en un centro de Sergi Gómez y el testarazo a los guantes de Ben Yedder. Nada
pudo hacer al cuarto de hora, cuando Navas ganó a Marcelo y puso un centro
punzante que sacó bajo palos Nacho. Tampoco actuaría el mejor portero del
Mundial ante el disparo a las nubes de Ben Yedder, en un córner defendido sin
tensión por el gigante. Este último punto retrataría su desplome hacia el
abismo.
No
obstante, segundos después una pérdida injustificable del lateral zurdo dejó a
Varane y Ramos contra tres atacantes. El colmillo afilado por Machín para
tutear al campeón de Eurpa comenzó a hacer caja con el desborde de Navas y
asistencia para que Andre Silva, sin marca, batiera a Courtois. Redundaría la
distancia de concentración de manera oscena: un saque de esquina botado por
Kroos generó un rechace que Navas tradujo en contragolpe fulgurante. Trazó una
pared larga con Ben Yedder que le dejó en mano a mano con el meta belga (Marcelo
quedó a decenas de metros del ex del City en la cobertura del despeje previo).
Su derechazo fue repelido por el arquero, pero Silva surgió para embocar el
2-0.
El
justificado alborozo de la tribuna pintó a Banega como plácido maestro de
ceremonias. La verticalidad y fluidez que emanaba se transformaba en un ritmo
combinativo mucho mayor que el contrincante. La fase defensiva merengue se
inundó de dudas, y el esquema quedó partido ante la descoordinada presión. Un
par de lanzamientos de Kroos -uno por encima del travesaño, a pase de Marcelo,
y el otro desatinado, desde media distancia- constituyeron el intento de
desperezarse de una medular anulada. Mas, lo que se subrayó fue la impotencia
para conectar con a mediapunta y ganar superioridades exteriores. El Sevilla,
inteligente, tumbaría del todo a los de Concha Espina antes del descanso.
Abrió
boca una recuperación adelantada (fallo de Kroos) que lanzó Sarabia y remató al
larguero el 'Mudo' Vázquez. En el 40 volvería a golpear a Lopetegui el fantasma
de la complacencia. Banega botó un córner despejado por la zaga. La redonda
quedó dividida y Vázquez le ganó el cuerpeo a un Marcelo lento. El cuero dibujó
una parábola que recepcionó Ben Yedder. El francés enchufó una volea que
inscribió el 3-0. En el 43, Sergi Gómez perdonó en el saque de una falta
lateral del imperial Banega. El respigo postrero madridista no restaría
oscuridad a la afrenta padecida porque Bale remató fuera, sin meta en el arco,
un balón suelto en el área que propició la pizarra.
Más
del 60% de posesión estableció el Madrid en un primer acto en el que no pasó
del rol de sujeto pasivo. Su iniciativa no gozó de coherencia sin pelota y
quedó en nada. No trabajaron los peones de Lopetegui para que su calidad
fracturara el riesgo asumido por Machín. En la reanudación movió el vasco a sus
piezas, sin sustituir a nadie. Imaginó una zaga de tres centrales (retrasando a
Casemiro), para empatar la predominancia numérica sevillista en el ecuador del
terreno, con Marcelo y Nacho devenidos en extremos. Un volantazo que no
bastaría para arrancar un punto ni maquillar el paseo por el precipicio de su
ideología.
Intercambiarían
disparos inocuos Bale y Andre Silva antes de la cesión de metros local y la
ganancia de confianza ofensiva madridista. Un gol anulado a Modric (buena
actuación del VAR), un punterazo del croata que desvió Vaclik y una chilena
fuera de tino de Ramos se amontonaron en tres minutos. Respondieron los sevillanos
con un latigazo de Sarabia (vuelo de Courtois) y el despeje, in extremis, de
Bale, para evitar el cuarto. Tras este fogonazo de fútbol alegre Lucas Vázquez
y Mariano entraron por Nacho y Benzema. La latente fragilidad del cierre
visitante no soltaría su esencia y el paisaje espectacular sería bordado por la
carrera del galés que sacó Vaclik con una reacción de reflejos.
Se
quemarían los minutos hacia el desenlace con la contemporización andaluza y la
desesperación de un Madrid reducido a pesadilla a días del derbi colchonero. Participarían
Promes, Ceballos, Nolito y Roque Mesa por Ben Yedder (enrachado), Modric
(rotado), Arana (lesionado) y Banega (brillante y con espacios, a pesar de
jugar sólo en el mediocentro). Y Mariano y Bale alternarían probaturas sin
dirección a portería al tiempo que Marcelo se lesionaba. Con 10 jugadores, los
de Chamartín sollozarían por el pitido final, con Vázquez rozando el 4-0. La
noche se desataría con euforía para unos y resignación preocupante para los
otros.