Un
Madrid excesivamente confiado en la segunda mitad se dejó empatar ante el
Valladolid y se queda con muy pocas opciones de ganar la Liga
Antonio Blanca
El Real Madrid puso la BBVA en bandeja al Atlético de Madrid y al Barcelona
con Martino de cuerpo presente, tras empatar ante el Real Valladolid a un gol
en un pobrísimo encuentro de los de Ancelotti, condicionados desde los ocho
minutos cuando perdieron a Cristiano Ronaldo, que se retiró del terreno de
juego por culpa de una "fatiga muscular".
Nada importa más que tocar el cielo de Lisboa y eso lo dejó claro el Real
Madrid en el José Zorilla. Capaz de hacer uno de los mejores partidos de su
historia en Múnich, siete días después tocó la cruz de la moneda. Además, por
partida doble. El patinazo del domingo no se borró en Pucela, es más, añadió
algunas trazas que evidencian el cansancio blanco.
Sin el hambre que demostró en el 'Viejo Continente', el Real Madrid ofreció
un fútbol lánguido (como la primera parte con el Valencia) y bastante descosido
con el adiós de Ronaldo, que dejó su sitio a los ocho minutos por una dolencia
muscular. El de Madeira apenas pudo dejar su huella en Valladolid.
El comienzo no fue bueno, sobre todo por el impulso del conjunto de Juan
Ignacio Martínez, que andaba con la soga al cuello por aquello de la
permanencia. Para colmo, al Madrid le servía jugar al 'tran trán' para llevar
la iniciativa, mucho más cuando Sergio Ramos firmase su cuarto partido
consecutivo marcando.
El de Camas, que aprovechó la ausencia de CR7, pidió el lanzamiento de un
libre directo poco antes de alcanzar el descanso. Su valentía tuvo premio en su
partido 400 como madridista y dejó helado a los de Juan Ignacio Martínez,
metidos en su área cuando Javi Guerra y Óscar no hacían acto de presencia.
De hecho, sus hombres más adelantados dispusieron de buenas ocasiones en la
primera parte, pero ninguno llegó a batir a Casillas, que volvió a jugar en
Liga más de un año y medio después. El triunfo parcial anunciaba borrascas para
el Madrid, aunque momentáneamente se marcharon con la sonrisa al descanso.
Los cambios no ayudaron al esquema de Ancelotti, condicionado por la
inactiva presencia de Morata y el mal partido de Benzema, escondido en el mal
control, en el regate equivocado y el disparo sin puntería. La salida de Isco
no ayudó sino a convertir al Valladolid en más y más protagonista. Nulo en
definitiva el italiano en los cambios.
Guerra lo volvió a intentar, esta vez con una tijera, pero fue Osorio quién
logró la gloria para los vallisoletanos. Un cabezazo inapelable, el primero en
la meta de Casillas, llegó al fondo de la red. El Madrid, desarmado y
físicamente roto, esperó la extremaunción y reza ya por no fallar en la final
del 24 de mayo. Por allí pasa toda su temporada.