El
ex canterano del Madrid fue el verdugo del equipo de sus amores en las
semifinales de la Champions League
dejándolos con la miel en los labios
Antonio Blanca
Fue
superior a lo largo de los ciento ochenta minutos el equipo de Allegri. Desde el
sorteo se instauró en el subconsciente de todo el mundo que el Real Madrid era
claro favorito para pasar a la gran final de Berlín. De todos menos de los
jugadores de la Juventus que creyeron en sí mismos. Morata y Tévez junto con un
rejuvenecido Buffon fueron los puntales para echar fuera de “su” competición al
Real Madrid. Era una oación de oro para intentar el asalto a la Undécima, pero el Madrid la dejó pasar. Debe haber consecuencias.
Tanto
en la ida como ayer en la vuelta se jugó a lo que dispuso el equipo italiano, y
eso que el tanto de Ronaldo de penalti hacía presagiar que el marcador podía
hacerse más amplio. Un espejismo, no se sabe porqué el Madrid no aprovechó ese
momento dulce donde la Juve pasó miedo y pudo buscar ese segundo tanto que al
menos aseguraba la prórroga. Lo dijo Ramos en zona mixta ya con la realidad
dada de bruces, los blancos pensaban que con el 1-0 estaba hecho. Craso error. Tras
otro en defensa, tras una posible falta a Casillas (que ayer jugó como antaño),
sin que nadie saliera a estorbar, encimar, molestar a Álvaro Morata, éste
ajustició al Madrid y de paso a Ancelotti, como si le devolviera el desdén que
el italiano tuvo para con el madrileño el pasado curso. Profesional pero
madridista, Morata no lo celebró.
A
partir de ese gol y con media hora por delante, el Madrid debía tocar a
arrebato, pero no pudo. Lo intentó, múltiples llegadas al área italiana que
morían en la nada de una defensa bien organizada. Ni el factor “Chicharito”, ni
los tiros desde fuera del área de Bale. El Madrid apenas si rompió el entramado
defensivo italiano y cuando lo hizo no tuvo puntería alguna. Nadar para morir
en la orilla porque no hubo fuerzas suficientes y necesarias para la proeza. Pesó
el pasado domingo ante el Valencia, y pesó una temporada donde Ancelotti solo
usó trece jugadores en tres competiciones al máximo nivel. Error, otro más.
El
Madrid vivió su primavera en otoño, con Isco y Modric estelares, con Ronaldo
tirando a puerta y marcando todo, con la defensa impenetrable. El clímax en
Marruecos con el Mundial de clubes. Desde ese momento dulce a la par que
maldito, nadie por aquel entonces lo vaticinaba tras enganchar 22 partidos
ganando de modo consecutivo, el Madrid se desinfló. De golpe y porrazo, sin
transición. Los blancos perdieron la magia, apeados en octavos de la Copa del
Rey, con algún partido sonrojante, habiendo tirado una Liga que tenían en el
bolsillo, solo actuaciones de corazón.
Lo
mismo de siempre, inversión millonaria, temporada en blanco. Mala planificación
deportiva, mala gestión de minutos, demasiado hacer titularísimo al titular, no
fomentando la competencia en el vestuario, pecados de Carlo Ancelotti que puede
haberse sentado por última vez en el banco del Bernabéu. En los últimos treinta
años ningún entrenador tras haber firmado una temporada en blanco siguió en el
Real Madrid. De nada vale ser un toro en invierno si cuando se ganan las
competiciones eres un ñu. De nada sirve batir récords de victorias si no
conllevan títulos. Con coraje y esfuerzo más ADN Real Madrid se puede ganar, en
algunas ocasiones pero ayer faltó el último paso, el cansancio nubló las ideas
y el Madrid se ahogó cuando en el horizonte se divisaba Brandemburgo.