jueves, 14 de mayo de 2015

EL SÍNDROME MORATA


El ex canterano del Madrid fue el verdugo del equipo de sus amores en las semifinales de la Champions League dejándolos con la miel en los labios

Antonio Blanca

Fue superior a lo largo de los ciento ochenta minutos el equipo de Allegri. Desde el sorteo se instauró en el subconsciente de todo el mundo que el Real Madrid era claro favorito para pasar a la gran final de Berlín. De todos menos de los jugadores de la Juventus que creyeron en sí mismos. Morata y Tévez junto con un rejuvenecido Buffon fueron los puntales para echar fuera de “su” competición al Real Madrid. Era una oación de oro para intentar el asalto a la Undécima, pero el Madrid la dejó pasar. Debe haber consecuencias.

Tanto en la ida como ayer en la vuelta se jugó a lo que dispuso el equipo italiano, y eso que el tanto de Ronaldo de penalti hacía presagiar que el marcador podía hacerse más amplio. Un espejismo, no se sabe porqué el Madrid no aprovechó ese momento dulce donde la Juve pasó miedo y pudo buscar ese segundo tanto que al menos aseguraba la prórroga. Lo dijo Ramos en zona mixta ya con la realidad dada de bruces, los blancos pensaban que con el 1-0 estaba hecho. Craso error. Tras otro en defensa, tras una posible falta a Casillas (que ayer jugó como antaño), sin que nadie saliera a estorbar, encimar, molestar a Álvaro Morata, éste ajustició al Madrid y de paso a Ancelotti, como si le devolviera el desdén que el italiano tuvo para con el madrileño el pasado curso. Profesional pero madridista, Morata no lo celebró.

A partir de ese gol y con media hora por delante, el Madrid debía tocar a arrebato, pero no pudo. Lo intentó, múltiples llegadas al área italiana que morían en la nada de una defensa bien organizada. Ni el factor “Chicharito”, ni los tiros desde fuera del área de Bale. El Madrid apenas si rompió el entramado defensivo italiano y cuando lo hizo no tuvo puntería alguna. Nadar para morir en la orilla porque no hubo fuerzas suficientes y necesarias para la proeza. Pesó el pasado domingo ante el Valencia, y pesó una temporada donde Ancelotti solo usó trece jugadores en tres competiciones al máximo nivel. Error, otro más.

El Madrid vivió su primavera en otoño, con Isco y Modric estelares, con Ronaldo tirando a puerta y marcando todo, con la defensa impenetrable. El clímax en Marruecos con el Mundial de clubes. Desde ese momento dulce a la par que maldito, nadie por aquel entonces lo vaticinaba tras enganchar 22 partidos ganando de modo consecutivo, el Madrid se desinfló. De golpe y porrazo, sin transición. Los blancos perdieron la magia, apeados en octavos de la Copa del Rey, con algún partido sonrojante, habiendo tirado una Liga que tenían en el bolsillo, solo actuaciones de corazón.

Lo mismo de siempre, inversión millonaria, temporada en blanco. Mala planificación deportiva, mala gestión de minutos, demasiado hacer titularísimo al titular, no fomentando la competencia en el vestuario, pecados de Carlo Ancelotti que puede haberse sentado por última vez en el banco del Bernabéu. En los últimos treinta años ningún entrenador tras haber firmado una temporada en blanco siguió en el Real Madrid. De nada vale ser un toro en invierno si cuando se ganan las competiciones eres un ñu. De nada sirve batir récords de victorias si no conllevan títulos. Con coraje y esfuerzo más ADN Real Madrid se puede ganar, en algunas ocasiones pero ayer faltó el último paso, el cansancio nubló las ideas y el Madrid se ahogó cuando en el horizonte se divisaba Brandemburgo.