Jordi Grimau
El Barça vuelve a sufrir un duro golpe en Europa que le deja
de nuevo al borde de la eliminación. La Juventus pasó por encima del conjunto
blaugrana evocándole la fatídica noche vivida en París y obligándole a obrar
otro milagro para seguir vivo en la máxima competición continental. Dybala se
convirtió en el verdugo de los de Luis Enrique con dos goles que encarrilaron
la goleada juventina. El joven delantero argentino se reivindicó como auténtico
sucesor de Messi en el mejor escenario posible.
Con esta contundente derrota el Barça sufre su Calvario
particular en esta Semana Santa. Mucho tendrá que rezar el equipo culé para
lograr un milagro similar a la remontada histórica que protagonizó frente al
PSG. Además, la Juventus es un equipo experimentado, con mucho oficio en
defensa y un bloque sólido y trabajado. Los de Luis Enrique han demostrado que
son capaces de hacer cualquier cosa pero se antoja harto difícil repetir la
gesta por segunda vez consecutiva.
La Juventus empezó el encuentro apretando al Barça en su
campo y robando el balón en zonas peligrosas. Hasta tal punto surtió efecto la
presión italiana que Luis Enrique ordenó a su portero a lanzar el balón en
largo en vez de arriesgarse a sacarlo jugado. Fue tarde para hacer
rectificaciones porque Dybala sorprendió al conjunto blaugrana cuando apenas
habían transcurrido siete minutos de encuentro. El delantero argentino recibió
un pase de Cuadrado dentro del área y con una buena maniobra se revolvió y sacó
el latigazo que acabó colándose en la portería de Ter Stegen.
Todo pudo cambiar en una jugada puntual. El devenir del
partido y la eliminatoria pudo ser bien diferente si Iniesta hubiera
aprovechado un mano a mano que Buffon solventó con una mano increíble. El
eterno portero italiano salvó a su equipo a sus 39 años para agrandar aún más su
leyenda. No llegó el empate pero sí el segundo gol de Dybala, que con otro
zurdazo ajustado al palo amplió la ventaja para su equipo y desequilibró la
balanza del lado juventino.
Tras la reanudación el Barça inclinó el campo hacia el área
rival pero la Juventus supo manejar la situación a la perfección. Un escenario
que posiblemente se repita en la vuelta en el Camp Nou, con los jugadores culés
volcados y los italianos saliendo al contragolpe. Higuaín perdonó al Barça al
fallar un claro mano a mano frente a Ter Stegen pero no lo hizo Chiellini en un
saque de esquina que remató al fondo de las mallas a pesar del pacaje que le
hizo Mascherano. Pudo ser un calco de la noche parisina pero el cuarto lo frenó
el colegiado, que señaló un fuera de juego de Dybala inexistente. Su centro
posterior, con la jugada ya anulada, lo remató Cuadrado a la red.
El Barça no bajó los brazos a pesar del 3-0, a diferencia
del partido del Parque de los Príncipes, porque un gol hubiera servido para
hacer del milagro una remontada más asequible. Sin embargo, debajo de los palos
se encontraba el incombustible Gianluigi Buffon, un portero con mayúsculas que
sacó otra mano salvadora al disparo de Luis Suárez. La definición de milagro es
"hecho sobrenatural atribuido a la intervención divina". Dicen que
ocurre uno cada mucho tiempo. El Barça ya tuvo el suyo.