Colosal
partido del portugués para darle la vuelta a un partido en el que el Madrid
mereció más pero no mató la eliminatoria contra el Bayern
Antonio Blanca
Hasta
hace bien poco, visitar la casa del Bayern de Múnich era sinónimo de derrota
para el Real Madrid. Tal era la estadística -16 derrotas seguidas antes del 0-4
de 2014- que se hablaba ya de la maldición alemana (juntando sus visitas al
resto de equipos teutones los números no mejoraban demasiado). Pero algo ha
cambiado en los últimos tiempos. Y la prueba, más allá del mencionado
despliegue de 2014, fue también visible este miércoles.
Sin
miedo, serio y sabiendo medir lo que había que hacer en cada momento del
partido, el Real Madrid se llevó un triunfo incontestable, con un resultado
quizás demasiado corto para la exhibición mostrada en la segunda parte. Tan
sólo un imperial Manuel Neuer bajo palos evitó que la eliminatoria quedara
resuelta esta miércoles.
La
primera parte fue el perfecto ejemplo de partido igualado. Rememorando los
viejos enfrentamientos, ambos conjuntos salieron al césped con la idea de
luchar por el control del balón. Por fases se fueron turnando el dominio,
aunque las ocasiones claras aún no hacían acto de presencia. No fue hasta el
minuto 18 cuando un cabezazo de Benzema estuvo a punto de convertirse en el
primer tanto del partido cuando acabó siendo rechazado entre el larguero y
Neuer, haciendo tangible cierto dominio del Madrid en esos instantes.
Pero
en el vaivén de la balanza de juego, el turno de ataque bávaro acabó sacando
réditos gracias a sus constantes saques de esquina. En uno de ellos, en el
minuto 25, un balón mandado por Xabi Alonso al área acabó en el fondo de la red
tras un testarazo inapelable de Vidal llegando desde atrás para rematar de
cabeza con fuerza.
El
gol dotó de mayor calma a los locales y Thiago pudo aparecer más entre líneas
para poner en aprietos a la zaga blanca, donde Nacho, sutituyendo a los
lesionados Pepe y Varane, cumplió de manera más que solvente su papel de
central efectuando apariciones concisas y sin miramientos.
Seguía
rondando el área de Navas el Bayern, con otro cabezazo de Vidal como exponente
aprovechando la enésima demostración de Robben de que aun cuando tenga
taca-taca, su desmarque hacia el interior seguiría reventando defensas. Y ya en
el descuento, un chut de Ribery, con demasiada libertad para revolotear por la
frontal, dio en el hombro de Carvajal, considerado mano por los asistentes del
colegiado y, por ende, penalti.
Sin
embargo, el destinado a ser el héroe de la noche, Arturo Vidal, mandó la pena
máxima a los cielos del Allianz haciendo válido el dicho de dudosa estadística
"penalti injusto, penalti fallado".
Con
el ánimo de haber salvado un 'match ball', el Real Madrid regresó de los
vestuarios con ganas de demostrar lo que no había podido en el primer tiempo.
No hubo que esperar demasiado para certificar con un gol la reacción. En el
minuto 47, un balón puesto por Carvajal desde la derecha -tras un excelente
pase previo de Casemiro-, acabó en un remate de primeras de Cristiano Ronaldo,
que con inteligencia dio un paso atrás para quedarse con el hueco perfecto
dentro del área que acabó marcando la diferencia. El 1-1 subía al marcador y
las tornas habían cambiado.
El
Madrid echó de menos algo de desborde en la primera mitad, con Marcelo bien
cubierto por Lahm y las ayudas de Vidal y con Modric en no una de sus mejores
noches. Sin emabrgo, pese a estar el descanso entre medias, el golpe anímico al
Bayern con el penalti fallado y el empate nada más entrar en la reanudación
otorgó al Madrid el control del partido.
La
herida la Bayern fue todavía mayor cuando en un intervalo de cinco minutos,
Javi Martínez dejó a su equipo con diez en el minuto 63 tras ver dos amarillas
al cortar dos contras de Cristiano Ronaldo, catalizador de la reacción blanca.
Poco antes, un Bale renqueante dejó su puesto a Asensio, en otro movimiento
vital para el posterior desarrollo del encuentro.
Contra
diez, el Madrid cogió la pelota y dio una clase magistral de media hora. Sólo
los milagrosos reflejos de Neuer evitaron que la diferencia fuera mayor.
Primero ante un cabezazo a lo Vidal de Bale, luego con el pie ante un remate de
Benzema y otra vez con el guante ante un chut a bocajarro de Cristiano a dos
metros. Inconmensurable el cancerbero de Gelsenkirchen.
Ya
en el minuto 77, tras ver al Madrid cocinar a fuego lento la jugada, Asensio se
graduó por todo lo alto con un centro medido al segundo palo para que
Cristiano, con la plancha, lograra por fin derribar el muro del portero del
Bayern. El 1-2 ponía algo de justicia en el marcador. Pero el Madrid seguía sin
confirmarse. Con Carvajal entrando como un cuchillo al rojo vivo en la mantequilla,
su banda derecha fue la entrada al área bávara, llegando a protagonizar una
jugada de escándalo que acabo en gol anulado por fuera de juego de Benzema.
Sumando
ocasiones, hasta Ramos cumplió de manera puntual con su hora bruja mandando al
fondo de la red un cabezazo en el descuento que celebró con ahínco hasta que el
colegiado decretó el fuera de juego desde el que había partido.
El
1-2 acabó como el resultado definitivo en una noche en la que el Real Madrid
volvió a enterrar viejos fantasmas de otro tiempo, dejando ya otra exhibición
para el recuerdo en el Allianz Arena ante un Bayern que sigue vivo y podrá
contar con un arma de destrucción masiva que no tuvo hoy: Robert Lewandowski.
Así pues, el martes que viene el Santiago Bernabéu volverá a ser testigo de
otra de las épicas batallas del que ya es el clásico de Europa.