Isco
comanda al Real Madrid en su victoria ante el Alavés y Luis Suárez hace lo
propio con los de Luis Enrique en Granada
Antonio Blanca
Los
cuartos de final de la Liga de Campeones se entrecruzan en el desenlace liguero
que, previsiblemente, quedará encarrilado en el mes recién estrenado. Y es que
abril acoge una saturación de fechas que pondrá a prueba la planificación y el
diseño de la plantilla de los tres primeros clasificados de La Liga.
"Todos los jugadores son importantes y les necesitaremos a todos"
respondió Zinedine Zidane en una de las tantas ocasiones en las que se le ha
preguntado por la suplencia de James o Isco. Pues bien, ese axioma es exacto si
se contempla lo venidero. Para no descarrilar, los candidatos a todo habrán de
demostrar que su fondo de armario cuenta con garantías suficientes como para no
verse apeado en esta sucesión de obstáculos que contiene el enfrentamiento
directo de los tres gallos con el Bernabéu como marco.
La
fórmula fue aplicada por Real Madrid, Barcelona y Atlético. El propio Zidane
escogió dar descanso a Sergio Ramos, Keylor Navas, Marcelo, Casemiro, James y
Carvajal a pesar de medirse al finalista copero y uno de los mejores visitantes
del campeonato. Y le saldría bien, a pesar de la lesión de Varane que hizo
jugar al carrilero madrileño destinado a descansar. Benzema volvería a liderar
una ejecución ofensiva coral, eso sí, menos engrasada que de costumbre. Con 1-0
-diana de Karim- y una placidez total se llegó al descanso. Pero el atardecer
se turbaría en Chamartín, pues el sistema de Pellegrino soltaría amarres y
recobraría su pentagrama ambicioso, llegando al punto de dominar y multiplicar
el trabajo de Casilla.
El
partido se transformó en el segundo acto, con la tribuna plena de
incertidumbre. La posesión y el peligro eran vitorianos, y sólo la falta de
atino en el último tercio de cancha negó el merecido premio a la apuesta vasca.
Deyverson, Theo y Edgar perdonaron en 45 minutos de esplendor visitante y,
cuando lo pitos salpicaban la atmósfera, un volantazo táctico del entrenador
francés (sacó del verde a un Modric bajo cero y a Benzema para dar entrada a
Kovacic y a Lucas Vázquez) recompuso el equilibrio y la intensidad de los suyos
para resolver, de la mano de Isco y Nacho, tres puntos en un combate que se
había "puesto muy peligroso", en palabras del destacado malagueño.
Ronaldo y Bale no destacaron y la desconexión a punto estuvo de recrear la
crisis merengue.
Caso
contrario vivió el segundo clasificado en Granada. El Barcelona desplegó un
ejercicio de monopolio y control rotundos que duró 90 minutos. Sin Messi,
Piqué, Umtiti e Iniesta -Luis Enrique también rotó-, Luis Suárez y Neymar se
encargarían de dirigir la trompicada orquesta blaugrana. Alcaraz repitió la
defensa de cinco obreros y sacrificó pegada al quitar un delantero y meter un
destructor más, y lo pagaría, pues entregaría el timón al ya predispuesto a
mandar conjunto culé. Ochoa, la falta de puntería y algunas decisiones
arbitrales fueron el sostén de un club andaluz entregado a la resistencia de la
tormenta de llegadas continuas visitante. Sin demasiada lucidez se asomaban a
posiciones de remate y Suárez estrelló una vaselina en el travesaño. Pero, cuando
los merecimientos parecían no traslucirse en estadística, el charrúa adelantó a
su equipo al borde del intermedio. Con una parábola delicada.
Recularía
el técnico local y deshizo su jugada: dio entrada a Boga, atacante, y sacó al
mediocentro físico. Y el fútbol mostró su cara más voraz al Barça: el recién
entrado empató al cazar en un renuncio a la zaga visitante. El 1-1 no hacía
justicia, pero el escuadrón azulgrana debía mostrar su personalidad, ya que los
nazaríes habían adelantado líneas, en busca de mayor tajada. No pasaba s mejor
momento el segundo clasificado y Suárez se disfrazó de Messi para decidir. El
uruguyo dibujó un pase sublime, de espaldas, que Alcácer tradujo en el 1-2. A
partir de ahí buscó con más ambición el gol el bloque rojiblanco hasta que
sufrió una expulsión y Neymar acertó, al fin (gol centenario en 176 partidos
con la elástica azulgrana). La traca final cerró un 1-4 sin fisuras -rematado
por Rakitic- que no constituyó un sonrojo al penúltimo (a ocho punto de la
permanencia) por el desatino culé.
Por
detrás aparece el Atlético, tercer clasificado después de un buen puñado de
meses. Los pupilos de Simeone se aposentaron en el puesto que se marcaron como
objetivo tras domesticar al Málaga en La Rosaleda (2-0) y aprovechar la inercia
gripada de un Sevilla que empató sin goles y en el Pizjuán ante el Sporting
(cuarto partido consecutivo sin ganar). Torres daría dos pases de gol a Koke y
Filipe para zanjar una exhibición de fundamentos defensivos de los rojiblancos.
La versión ancestral del esquema del Cholo amilanó al urgido conjunto
malacitano -liderado por Sandro- y le mordió cuando olió la sangre. Los de
Sampaoli, por su parte, arrastraron su decrepitud tras la eliminación
continental y ni Violo, ni Nasri ni Correa pudieron con el achique gijonés y
con Cuellar. Pescó un punto el club asturiano que tampoco le sirve de mucho,
pero refrenda la caída del nivel de los hispalenses, otrora inexpugnables en
casa.
Villarreal
y Real Sociedad sincronizaron sus pinchazos para alejarse de la cuarta plaza y
echarse encima el rebufo de Athletic y Eibar. Los levantinos cedieron en La
Cerámica ante una locura ofensiva que volvió a dar frutos a los de Mendilíbar.
Salieron los armeros de Castellón con un 2-3 edificado por los goles de Pedro
León (penalti), Kike García (jefe del batallón) e Inui. De nada sirvió el
doblete de Roberto Soriano como tampoco tuvo validez suficiente el tanto
anotado por Juanmi en Anoeta. El acierto del delantero sólo supuso el empate a
la sublime diana lograda por Szymanowski (el Leganés se colocó dos partidos por
encima del descenso). Y el gol número 100 liguero de Aduriz con el Athletic
impulsó a los leones a la séptima plaza, a un punto del Submarino después de
derrotar a Osasuna en El Sadar (1-2, con Sergio León y Wiliams completando el
marcador).
Por
último, Espanyol y Valencia ganaron para tomar oxígeno y alejarse
definitivamente de la quema, los segundos, y apuntar a plazas europeas, los
primeros. Reyes decidió el 2-1 perico sobre el Betis (en una remontada al gol
de Rubén Castro que empezó Javi Fuego en el minuto 87) que sitúa a los de
Quique Flores a cuatro puntos de la frontera continental. Mestalla, por su
parte, vivió una de las jornadas más plácidas que recuerda, con un 3-0 asestado
por su equipo a un Deportivo dominador pero desprovisto de remate. De hecho,
Faycal marró un penalti que sacó lustre a la mística de Diego Alves (24 penas
máximas detenidas en La Liga) en el inicio de un envite sentenciado por los
chispazos de pegada che: Garay, Albentosa (en propia meta) y Cancelo anotaron.
Quedan por competir Las Palmas y Celta. Lo harán este lunes, un día antes de
que arranque la trigésima jornada. Cosas del mes de abril.