Jordi Gimau
El FC Barcelona cayó eliminado en Liga de Campeones después
de que la Juventus hiciera valer el 3-0 de la ida con un empate sin goles este
miércoles en el Camp Nou. La soñada remontada de los azulgrana se encontró con
un rival que blindó el área de Buffon, anuló a Messi en el carril centró y
evitó que los azulgranas apenas chutaran entre palos durante los noventa
minutos.
"El fútbol es un estado de ánimo", decía Jorge
Valdano. Y el mejor ejemplo lo ha dado el Barcelona cuando ha afrontado los dos
partidos de vuelta en esta edición de la Liga de Campeones. Tras el 4-0 de
París, que ese resultado nunca hubiera sido remontado no fue óbice para la conjura
total del barcelonismo, que acabó logrando lo imposible. Sin embargo, tras el
3-0 de Turín, los ánimos no eran los mismos. El propio Luis Enrique parecía
entregado a la eliminación cuando de primeras declaró que iba a ser muy
difícil, contrapuesto al puño en la mesa que dio después de la debacle del
Parque de los Príncipes, con el anuncio de su retirada del banquillo azulgrana
tras la conclusión de la temporada incluido.
Tampoco tuvo hoy lo que ayudó sobremanera en el 6-1. Aquella
noche, el equipo de Emery salió al Camp Nou como los corderos entran al
matadero y la bisoñez de su defensa acabó inspirando la gran remontada. Este
miércoles, en lugar de tener un corderito enfrente tuvo al mismo carnicero. La
Juventus no fue el PSG.
Chiellini y Bonucci demostraron esta noche que su vocación
en efecto era ser defensa central. La labor de Khedira y Pjanic en el medio
campo, ayudando a tejer un red que anuló a Messi, fue fundamental para capear
los vientos de remontaba que entonaba el Camp Nou.
El Barcelona salió al campo sobreexcitado. El exceso de
revoluciones de los jugadores acabó siendo un hándicap que se hacía visible con
la protesta continua al árbitro, que se tuvo que contener para no enseñar la
amarilla ante el acoso constante.
Las intenciones de Luis Enrique se cumplían, el Barcelona
tenía la pelota y atacaba, con la banda de Jordi Alba siendo la puerta más
abierta al área de Buffon. Sin embargo, cuando se trataba de hacer mella en los
últimos metros, siempre aparecía una camiseta blanquinegra para abortar la
ocasión.
Un cabezazo, una puntilla, una rodilla... cualquier parte
del cuerpo era válida para lograr, por centímetros, que el balón llegara de
manera clara a Suárez dentro del área. Con el uruguayo en una versión gris y
Messi maniatado, Neymar volvió a echarse el equipo a la espalda, una vez más en
lo que va de temporada. Pero las internadas del brasileño eran insuficientes.
Un balón de Alba por la izquierda que no atinó a controlar
Suárez, en el minuto 19, le quedó franco a Messi dentro del área, pero el chut
del argentino se marchó fuera. Eso fue lo más cerca que estuvo el Barcelona de
anotar un gol, pues el resultado de ese disparo se repitió una y otra vez:
todos, salvo uno, lejos de los tres palos de Buffon.
Así, en un partido que tenía que testar el talento del
cancerbero de Carrara, la escasa participación de Buffon ponía de manifiesto el
quiero y no puedo del Barcelona.
La Juventus no se contentaba sólo con defender y trató de
aprovechar las diversas contras de las que dispuso para poner en apuros a Ter
Stegen. La velocidad de Cuadrado volvió a dar dolores de cabeza a la zaga culé,
pero esta vez el colombiano se mostró menos resolutivo que en la ida y no
terminó de conectar con Dybala.
En la segunda parte, cuando ya cada segundo que pasaba
aumentaba la dificultad de la empresa, se puso de manifiesto uno de los grandes
problemas del Barcelona esta temporada: la falta de un banquillo de garantías.
En el minuto 58 entró en el campo la única opción pura de ataque de los
azulgrana: Alcácer por Rakitic. Luis Enrique sumaba efectivos al frente
ofensivo pero seguía chocando una y otra vez contra el muro italiano.
Piqué tomó la iniciativa y se convirtió en un delantero más,
con el visto bueno del técnico asturiano que dio entrada a Mascherano por Sergi
Roberto para compensar el balance defensivo.
Pero tener más jugadores arriba no significaba obtener
ocasiones más claras. La jungla de piernas y jugadores en los últimos metros se
incrementaba y el único recurso que lograba sacar adelante el Barcelona eran
los tiros de media y larga distancia. Todos fuera.
Allegri reaccionó blindando todavía más su defensa poniendo
a Barzagli por Dybala. Con el cerrojo echado, ya sólo era cuestión de tiempo de
agotar la arena del reloj para recoger los frutos. El 0-0 hizo más que válido
el 3-0 de la ida y el Barcelona de Messi, Neymar y Suárez, sin anotar un gol en
180 minutos, quedaba eliminado. La Juventus, junto a Mónaco, Atlético y Real
Madrid, disputará las semifinales de la Liga de Campeones.