jueves, 4 de marzo de 2010

DOS OREJAS Y RABO EN PARÍS

Buena primera parte de la selección española que venció después de 42 años en territorio francés


Antonio Blanca


Esta vez no nos vestimos de rojo y oro, grana mejor dicho, para que el símil taurino sea mayor, ahora que hay tantísimo cretino que persigue la fiesta precisamente por tener el acento o el adjetivo de nacional, no por ese animalismo progre, los “Hume” del S. XXI, defender al toro por encima de todo, cuando así lo que están haciendo es ponerle una soga al cuello a tan bello animal, y terminando este paréntesis que nada tiene que ver con lo acaecido anoche en un mágico estadio como Saint Dennis, ¿qué pensarán de estos ultradefensores del toro los pollos, zorros, venados, bogavantes, atunes de almadraba, focas, ballenas…? ¿Porqué ellos no gozan de ese afán proteccionista que estos nuevos iluminados quieren dispensar a un bravo burel? ¿Y demagogias al margen, porqué invertir tan denodado esfuerzo cuándo hay miles de niños que mueren al día por no tener bocado que llevarse al estómago o sufren por guerras inútiles o son explotados en peores condiciones que un buey de labranza? Por cierto, lanzo desde aquí una plataforma pro bueyes, ya que a estos “buenistas” tanto les gustan los asuntos relacionados con los cuernos.

Pero bueno, como decía, no quiero hablar de temas que no merecen el más mínimo detenimiento. Quiero hablar de España, la de fútbol, ese grupo de chavales que a todos nos tiene ilusionados, que con Vicente del Bosque sólo ha perdido un choque, lástima esa mala tarde en Sudáfrica ante Estados Unidos. Somos el número 1 del ranking FIFA, hemos vencido desde el 2007 a cinco campeones del Mundo, somos campeones de Europa y ayer batieron (batimos) otro maleficio. 42 años que la “Roja” no vencía en Francia. Pues anoche con un buen primer tiempo, un segundo que invitó al sesteo hasta que apareció Navas (¿estamos ante el mejor extremo del mundo?), conquistamos París, sometimos a nuestro rival más histórico en su casa, salimos por la puerta grande con traje de estreno, marino, segunda vestimenta para el Mundial. ¡Olé, olé, olé! Si es que el toreo une. La afición francesa fue todo un ejemplo de deportividad y terminó reconociendo a nuestra selección. Ovacionada, con los máximos trofeos, y prendiendo aún con más fuerza esa esperanza, esa flor llamada ilusión que cada español tenemos cosida al pecho desde junio de 2008. No quiero pensarlo pero no me resisto a ello, mi subconsciente me supera. 11 de julio de 2010, fecha para la historia de nuestro país. Campeones del Mundo, porque ahora sí podemos.