Empate del Madrid a uno en el Bernabéu que por sexto año consecutivo lo apea de la Copa de Europa en los octavos de final
Antonio Blanca
Fracaso rotundo, escrito en mayúsculas con los bordes pintados en morado y el interior en verde, como el color de los billetes de 500€ y de los dólares. ¡Qué bueno sería si el Madrid fuera una empresa privada! Hace pocos días un estudio de una eminente consultora financiera internacional mostraba que el Real Madrid era el club que más ingresos obtenía. A la Cibeles pues. Qué lástima que este tipo de resultados (necesarios) no contenten al seguidor merengue que anoche vivió uno de los grandes sin sabores de la historia reciente del mejor club del S. XX, pero que a este paso dudo mucho que lo sea en el XXI.
El proyecto diseñado para estar el 22 de mayo en el mismo territorio, en su casa, ante su público y a los ojos del mundo se cayó ayer como las casitas de paja del cuento de los “Tres cerditos”. No habrá “Décima”. Al menos en 2010 y en el Santiago Bernabéu. Se me viene la imagen de Raúl, agonizando el partido y por ende la vida del Madrid en Europa, en el córner peleando el balón, sabiendo que se pasaba una oportunidad histórica. ¿Cuándo la UEFA volverá a darle al Real una final en su campo? ¿Seguirá para entonces el Santiago Bernabéu en pie? Por ver el lado positivo, mira que si llegas a la final y la pierdes en casa el palo hubiera sido peor, dolor inmenso se hubiera producido, síncopes y colapsos, por eso Pellegrini, que vela como nadie por las masas, prefirió que los blancos fueran fieles a su reciente historia y que aunque 250 millones de euros se fueran tirados a la basura, el Madrid no pasara de octavos por sexta temporada seguida. A ello le ayudaron la mayoría de los jugadores con un paupérrimo segundo tiempo, unido al completo partido de ida en Lyon, en definitiva que en 180 minutos de eliminatoria, el Olympique de Lyon, toda una máquina poderosa del fútbol moderno europeo, año tras año llegando por lo menos a las semifinales de la Champions, no diera posibilidad alguna a los blancos. No ha merecido pasar el Real Madrid, y evidentemente no ha pasado.
Ni espíritu de Juanito. ¿Para qué? Como dijo Vicente del Bosque. Si es que la mayoría de los futbolistas que anoche se enfundaron la zamarra blanca no sabían ni quién ha sido Juanito para la historia del equipo de Concha Espina. Una buena primera parte, con Albiol y Garay solventes en defensa, con Ramos en sacrificio constante, atacando sin cesar por su banda, y con Cristiano Ronaldo, siempre el portugués, que no tira nunca la toalla, que quiere más, más y más. Si fueran 10 Cristianos posiblemente el Real a estas horas seguiría manteniendo ese sueño de la “Décima”. Aparte de Iker Casillas que no tuvo mucho trabajo. Higuaín no estuvo fino, “Guti” a ráfagas, dio un magistral pase en el 1-0.
Finalizó el primer tiempo, y el resultado se antojaba corto. Se mascullaba la remontada, tenía que ser, por la historia del Madrid, por la imperiosa necesidad de los blancos de conquistar Europa, por la urgencia histórica de hacer frente a los éxitos del Barcelona, y porque evidentemente el Olympique no es sobre el papel mejor que el Madrid. Digo sobre el papel, porque en el segundo tiempo los franceses borraron del mapa al Real Madrid. Puel le ganó la partida a Pellegrini con los cambios. “Guti” se perdió, ¿jugó Granero? Ronaldo empezó a jugar por su cuenta en su versión de “Yo contra el mundo”. El Madrid zozobraba en defensa y Kaká en su línea. Una birria, una desilusión, una patraña. Se intuía el Bernabéu algo muy malo, catástrofe deportiva confirmada en el 75 con el gol de Pjanic. 1-1, quince minutos para el milagro, se necesitaban dos goles, pero la noche no pintaban clara, eran bastos. La entrada de Diarrá, Mahamadou fue el esperpento que Pellegrini representa. Un entrenador al que el cargo le viene enorme, que no maneja el vestuario y que no ha dado la talla (a las primeras de cambio adiós a la Copa y adiós a Europa). Kaká se fue enfadado, no sé si consigo mismo o con su míster, lo que es cierto es que el brasileño es manifiesta desilusión y la bronca que le tributó el respetable fue reveladora (no recuerdo una de esa magnitud). En el 90 de partido Lloris se estiró para atrapar un chut de Cristiano.
Sobre él, bajo el manto del mejor jugador del mundo tiene que haber un verdadero nuevo Real Madrid. Son tiempos de cambio, de crear un verdadero proyecto, un equipo diría que hecho para escoltar y apoyar a Ronaldo (no lleva un año en la Casa Blanca y sí que ha captado lo que significa la historia de este equipo) y de no tirar el dinero. 2050 millones de euros sólo han dado para matar 250 millones de ilusiones blancas. Au revoir Real.