lunes, 16 de junio de 2014

HUMILLANTE


Pasados tres días de la venganza holandesa sobre España en el inicio del Mundial aún colean los restos de tan desastroso partido

Antonio Blanca
Sacar algo positivo de tan tamaña derrota, ya no por abultada sino por la imagen mostrada es cuanto menos complicado, algo así como cuando se trate de defraudar, cuanto antes mejor. Pues eso, una frase aplicable en todos los sentidos a España, un conjunto de excelentes jugadores que el pasado fin de semana sufrieron en Sao Paulo una de las mayores humillaciones de su historia. La fotografía de Casillas hundido, de rodillas y con la cara desencajada, ha sido un icono internacional, un símbolo repetido en los medios de comunicación de todo el mundo como evidencia de la impotencia mostrada por los campeones del mundo ante Holanda.

La Roja ha defraudado a base de bien en su debut brasileño. No se ha guardado nada para alimentar la duda. Se ha tratado de una actuación impropia del equipo que entrena Vicente del Bosque, quizá un aviso, un indicador de fin de ciclo o la evidencia palmaria de que una generación de jugadores debe de dar paso ya a la siguiente, ahora que la abdicación está tan de moda.

En este país, desengañémonos, no hay más que dos tipos de personajes públicos: los héroes y los villanos. Y si del amor al odio no existe más que un paso, para transitar de una categoría a otra, sólo es necesario un episodio adverso, o un par de ellos como máximo. De ahí que haya empezado una catarsis, tan  apocalíptica como previsible, en virtud de la cual quienes ayer agitaban el botafumeiro para incensar a Casillas, Xavi, Ramos, Iniesta, Alonso y compañía, son quienes más entusiasmo han puesto en su demolición. España is different, es así.

Basta leer los periódicos, escuchar la radio o ver las tertulias deportivas de la televisión, para darse perfecta cuenta de la magnitud de lo que viene. Es cierto de toda certeza que la Selección hizo un ridículo planetario, pero de ahí a que haya que echarlos a todos, como algunos sabios pronostican, media un trecho que nadie parece estar dispuesto a observar. Los héroes van a tornarse villanos en cinco minutos si tropiezan de nuevo en Brasil contra Chile. Y si se produjera la eliminación a la primera, la opinión pública habrá olvidado de un plumazo el mundial ganado en Sudáfrica y las dos Eurocopas.  

Quizá no sea para tanto, y desde luego, no para ponerse tan tremendos, pero si el regreso a casa se produjera antes de tiempo, los jugadores iban a comprobar en carne propia la ira de los aficionados. Los insultos e improperios, de los mismos que hace poco les hacían la ola a su paso. El fútbol a fin de cuentas es cuestión de resultados.