El
seleccionador dio a conocer la lista de 23 jugadores que representará a España
en el próximo Mundial de Brasil de 2014
Antonio Blanca
Vicente del Bosque es un hombre afortunado. Aunque
a menudo, el marqués, se encuentra en el ojo del huracán, máxime cuando se
acerca y disputa un gran campeonato internacional, de esos en los que España
últimamente domina el percal. Lo único negativo que le pasa a Del Bosque es que
varios millones de españoles, tantos como aficionados al fútbol haya, son también seleccionadores. Así que
haga lo que haga el director de orquesta de la Roja si no vuelve a ganar,
está perdido. O incluso si gana sin jugar bien.
¿Que
no va Carvajal? ¡Injusticia!
Pero, ¿cuántos goles ha metido Fernando
Torres este año? ¿Sigue yendo el 'Niño' con España por el gol de Viena
de hace seis años? ¿Y Villa?
Menudo añito que ha hecho Villa...
¡Si está acabado! Gabi no está
ni en la lista de 30 jugadores... El capitán del campeón de Liga y subcampeón
de Champions, ¡qué vergüenza! Ah, e Isco Selección... ¡Del Bosque lleva a
todos los del Barça! Si Xavi está
mayor y Cesc es un manta... ¿Ni Llorente ni Negredo? ¿Y quién va a rematar, Mata? ¿Dónde está Callejón?
Así
transcurrieron los primeros minutos en la jornada de sábado 31 de mayo. La
lista definitiva de 23 hombres de Vicente del Bosque pareció no dejar conforme a nadie, seguramente, ni al
propio Vicente del Bosque. "Se me cae el alma a los pies al ver la
cara de Jesús Navas",
comentó el seleccionador. Pero el extremo vertiginoso del Manchester City, que
sí estuvo en Sudáfrica, lleva dos meses sin jugar. Como Jordi Alba, que sí va. Por no hablar del jugueteo de
lesiones y recuperaciones de Diego Costa. Aunque eso es otro cantar.
El
seleccionador laureado en el Mundial 2010 y en la Eurocopa 2012 en Ucrania y
Polonia, sabe que afronta un reto sin igual. Ningún equipo en la historia
encadenó cuatro torneos seguidos, aunque sí hay varios que repitieron triunfo
en el Mundial. Ese debe ser el espíritu de la Roja, pero a Brasil llega un equipo que ha venido agotando
poco a poco su juego total. El de posesión hasta el aburrimiento del
rival y la presión asfixiante. En el Mundial de 2006, una joven selección
española de la mano de Luis Aragonés
empezaba a gestar una generación bárbara, que se destaparía
finalmente en la Eurocopa de Austria y Suiza en 2008 con un nivel para
enmarcar. El mejor de la Roja, de cuyas rentas vivió en los dos siguientes
triunfos. Y que no se olvide, también en los dos batacazos de la Copa
Confederaciones en Sudáfrica 2009 y en Brasil en 2013. Los jugadores más
emblemáticos de una generación que se agota no llegan en su mejor versión, o
incluso no llegan. Puyol, Xavi, Villa,
Fernando Torres, Iker Casillas, Xabi Alonso o Cesc Fábregas. Demasiadas
vacas sagradas lejos de su mejor versión.
En
cualquier caso, la expedición conformada por Vicente del Bosque apuesta por la
continuidad en el mismo plan de juego, escasea de un plan secundario para un
partido difícil, pero aporta experiencia a quilates y calidad técnica en cada
rincón, a lo que le suma la irrupción de un crack global, Diego Costa.
Podemos
definir el 'ataque de entrenador' cuando
un técnico, sea del equipo que sea, toma una decisión arriesgada, osada, a
todas luces ilógica, y el experimento le sale rana. Incluso en una carrera con
tanto premio como la del seleccionador nacional, aparecen los furibundos
ataques de entrenador.
Empezando
por el final y sin ir muy lejos, Vicente del Bosque tuvo un ataque de
entrenador en el ensayo general de 2013. Maracaná y Brasil esperaban a España
en la final de la Confederaciones, con toda la intención de abofetear al equipo
campeón del Mundo. Y vaya si lo consiguieron. 3-0 y meneo futbolístico a varios
niveles. En la formación de España, sorpresivamente
apareció como titular Juan Mata, en sustitución de Cesc Fábregas, que ya
estaba recuperado de sus problemas físicos. Toni Grande admitió los motivos: "Nos decidimos por Mata por
su viveza y para fijar más a Alves".
Mata
fue muy superado en aquella batalla, como casi todo el combinado nacional.
En
la Eurocopa de 2012, la selección nacional ganó el torneo principalmente por un
imperial eje defensivo con Sergio Ramos
y Gerard Piqué. En aquel torneo,
más que en ningún otro, la duda eterna
del delantero centro planeó durante el campeonato de España. Ninguno
convencía a Del Bosque ni aportaba grandes resultados. El falso nueve de Cesc
fue el encargado del debut en el golpetazo ante Italia (1-1), en el que marcó
el catalán. Y después lo haría Torres por partida doble ante la débil Irlanda y
en la final el de la sentencia ante Italia. Ningún ariete predominaba en su
poderío. Y a Del Bosque, para las semifinales ante la Portugal de Cristiano Ronaldo, se le ocurrió poner
de partida a Negredo, inédito hasta
entonces. La novedad resultó un fiasco, y España ganó por penaltis
después de un tedioso 0-0 en 120 minutos.
Uno
de los golpes psicológicos más fuertes ante los que Del Bosque tuvo que
levantar al grupo fue en el debut mundialista en Sudáfrica. Una selección suiza
muy inferior planteó un partido muy denso a la Roja, que llegaba más favorita
que nunca para ganar el torneo. Un equipo de nombres desconocidos se impuso por
1-0 a España en una jugada de rebotes y a base de aguantar muy cerca de su
portería. España, lenta e imprecisa, con transiciones muy cortas, resultaba
incapaz. Era la primera vez que el pivote Busquets-Xabi Alonso se presentaba en sociedad, pero lo peor no
fue que el equipo no funcionara en su primer plan de juego, sino que el plan B
resultó exasperante. Del Bosque ingresó en el extremo a Jesús Navas, y el resto del partido España no hizo más que colgar
balones desacertados desde el carril diestro y no rematar ninguno. Fernando Llorente cabeceaba al
aire en el banquillo.
Se
podría considerar también un ataque de entrenador la decisión de Vicente del
Bosque de ir a Turquía a trabajar, al Besiktas, experimento que obviamente le
salió rana. Aunque no fue el único. El propio Luis Aragonés lo haría más tarde.
Pero los dos accidentes más complicados de entender como técnico en su paso por
el Real Madrid, se sitúan en el marco de la Champions
League.
El
primero de ellos coloca como protagonista a Iker Casillas, con algunas semejanzas a su situación actual. El
jovencísimo Iker se adueñó pronto de la portería madridista, con una capacidad
de mando y unos reflejos bajo el arco que le hicieron poco a poco apoderarse de
un sobrenombre singular, 'El Santo'. Pero cuando arrancaba la final de la Champions League de 2002, entre Real
Madrid y Bayer Leverkusen, Casillas no formaba parte del once titular. César Sánchez era el elegido por Del Bosque.
"Y
eso que nunca olvidaré, y se lo recuerdo constantemente para que no se le
olvide ni a él [Del Bosque] ni a Hierro, que entre los dos me limpiaron del
equipo y me mandaron al banquillo. No voy a parar de repetírselo hasta que no
me lo reconozcan. Los dos. No voy a parar. Ninguno me lo reconoce, entre ellos
dos se tapan. 'El marqués' me dice que no estaba bien. Mentira. Me
limpiaron".
Así
lo explica Casillas en su biografía. Casi con ironía, porque todo acabó con
César lesionado, Iker entrando en los últimos minutos y salvando tres balones
de gol. Levantaron la Novena y todo se olvidó. O casi todo.
El
otro gran error de Del Bosque en el Real Madrid terminó por colocar al técnico
al pie de los caballos. Una temporada después, en 2003, el conjunto madridista
disputaba semifinales de Champions, la vuelta, en Turín ante la Juventus, en la
que defendía un 2-1 del Bernabéu. Pero Del Bosque no eligió bien. Cierto es que
el gran Ronaldo volvía de
lesión, pero el técnico prefirió optar por jugar sin un 'nueve' verdadero. Guti y Raúl se
intercambiaban la posición, con Morientes
y el propio Ronaldo mirando desde el banco. Intervino el brasileño
en la segunda parte, pero ya era tarde. Del Bosque quedó tocado con aquel
planteamiento sin delantero y con un eje de construcción Cambiasso-Flavio Conceiçao.
Ahora,
que tenga suerte Del Bosque en Brasil, que haya elegido bien.