Carlos de Blas
La selección española de fútbol se ha bajado
definitivamente del trono mundial con una victoria intrascendente frente
a Australia (0-3) en el partido que cerraba la fase de grupos del
Mundial de Brasil, duelo que la 'Roja' resolvió con tantos de David
Villa, Fernando Torres y Juan Mata, mostrando cuando ya era tarde las
trazas del fútbol combinativo que le llevó a la gloria.
Del Bosque diseñó una alineación que aseguraba minutos en el
Mundial a toda la plantilla a excepción de Mata, que también dispuso de
minutos en la segunda parte completando el pleno. Especialmente añeja
sabía la delantera, en la que volvían a formar dupla Torres y Villa,
letales en aquella Eurocopa 2008 que iniciaba el ciclo glorioso. El
círculo quedaría cerrado con goles de ambos.
En su último partido con la camiseta roja, el asturiano saltó con
muchas ganas, decidido a estirar su plusmarca histórica de goles y lo
demostraba con movilidad y juego, precisamente de lo que habían
adolecido sus compañeros ante Chile y Holanda. Ayudaba a la tarea la
entidad de un rival menor que también se sabía eliminado antes de
batirse en el ruinoso césped del Arena da Baixada.
Pese a no contar con su mayor estrella, el sancionado Cahill, los
'socceroos' no escatimaron esfuerzos al inicio del partido, pero
enseguida se esfumaron ante la eficaz circulación impuesta por Iniesta,
sustituto en la zona de máquinas de un Xavi con molestias que no podía
despedirse jugando.
Dos buenas ocasiones de Villa y Jordi Alba antecedieron al tanto
del 'Guaje', pergeñado por un gran pase interior de Iniesta, continuado
con el pase de la muerte de Juanfran y cerrado con un taconazo de pura
clase de Villa, que besó con insistencia el escudo de su camiseta y miró
el cielo quizá pensando en lo que durará su récord: 59 goles.
Frente a un rival inoperante, el interés quedó reducido a pequeñas
cuitas como el sorprendente cambio poco después del descanso de Villa,
quien exhibió un enorme disgusto, los minutos de juego para Cesc tras su
altercado el disgusto, o dos nuevos goles que sirvieron para endulzar
la despedida.
La clarividencia de Iniesta habilitó a Fernando Torres, que
resolvió por raso en el mano a mano, y después fue Cesc quien dejó con
todo a favor a Mata, que batió a Ryan por debajo de las piernas. Buenas
jugadas que dejaban un sabor agridulce porque confirmaban la campeona no
se había olvidado de jugar al fútbol, pero ya era demasiado tarde para
obtener fruto.
España aún dispuso de un par de buenas oportunidades para endosar
la cuenta, pero daba la sensación de que lo importante se cocía en el
banquillo, donde Villa, Xavi o Xabi Alonso -sustituido por Silva-
seguían rumiando tanta despedida, la colectiva y las individuales, a
falta de que en los próximos días se confirme cuantos miembros de la
selección más exitosa de la historia dan un paso a un lado. Tanto
jugadores como técnicos.