jueves, 12 de mayo de 2016

EL CAPITÁN EN LA SOMBRA

Álvaro Arbeloa jugó el pasado domingo su último partido con la camiseta blanca y se llevó un merecido homenaje de sus compañeros y afición con un Bernabéu rendido a sus pies

Antonio Blanca

El lateral derecho salmantino y canterano nunca ha destacado en el Real Madrid por sus condiciones físicas o su calidad técnica y, sin embargo, la afición le ha despedido como a un grande de la historia del club, porque el coliseo de Chamartín reconoce también cualidades como la entrega, el compromiso o el compañerismo. Álvaro Arbeloa disputó el domingo pasado sus últimos minutos como jugador blanco y cuando saltó al campo Sergio Ramos tuvo el bonito detalle de cederle el brazalete que nunca portó pero que, sin duda, mereció, una capitanía que ostentó ejerciendo de defensor del Real Madrid cuando recibía o recibe ataques desde distintos flancos.

Arbeloa ha sido durante mucho tiempo el capitán en la sombra, ha sabido entender mejor que nadie su rol en el vestuario y ha puesto siempre los intereses del equipo por delante de los suyos personales. Muchos canteranos le han considerado un espejo en el que mirarse por su trayectoria y por su dedicación en el día a día. “Gracias por todo lo que me has enseñado en estos años”, le decía Dani Carvajal entre lágrimas, su sucesor en el lateral. La humildad de Arbeloa era necesaria en un vestuario plagado de estrellas. Era él quien ayudaba a los jóvenes a integrarse en la plantilla y era él quien les recordaba que todo puede conseguirse con trabajo y esfuerzo.

Como buen capitán, Arbeloa ha sido en muchos momentos portavoz del vestuario, dando la cara en la derrota, reflejando el sentir madridista y defendiendo al equipo de ataques del exterior. Fue muy comentado su rifirrafe con Gerard Piqué. El’ 17’ blanco no se arrepiente de haber contestado a las burlas del jugador del Barça porque siempre lo hizo con educación. “He defendido al Madrid y la manera en que lo he hecho ha sido respetuosa”, declaraba Arbeloa en una entrevista concedida a la Cadena Ser.

Por todo ello ha llegado a ganarse el cariño de compañeros, entrenadores y aficionados. Por defender un escudo con compromiso y lealtad, por identificarse con los valores de un club y aportar lo mejor de sí mismo en todo momento y lugar. La despedida de Arbeloa fue bien merecida aunque a él le pareció, incluso, exagerada. Otra muestra más de humildad por parte del capitán.

Seguro que un día no muy lejano Arbeloa regresa a su casa, con su familia, para ejercer de portavoz, de entrenador, director deportivo o quién sabe si llevar desde la cúspide el club de sus amores, la presidencia del Real Madrid. En cualquiera de ellos, lo hará a la perfección.