Jaime Trevijano
¡Qué manera de sufrir, Atleti! Este equipo está preparado
para afrontar cualquier batalla, hasta las más grandes de la historia. En una
nueva noche memorable, el equipo honró a los caídos en la final de 1974, a Luis
Aragonés y a toda la historia de un club centenario. El Bayern ganó 2-1, pero
el Atlético estará en final de Milán.
Si alguien quiere explicar qué significa el sufrimiento en
el fútbol, que muestre este partido. El Bayern fue mejor y acabó el partido con
81 ataques, el 67% de la posesión, 12 saques de esquina y 35 disparos (12 a
puerta). Pero en el fútbol no siempre gana el mejor y muchas veces sí lo hace
el que tiene más fe y confianza ciega en sí mismo.
La primera jugada del partido fue el resumen del partido. El
Atlético sacó de centro y el balón apenas le duró dos segundos. El Bayern salió
a morder, a igualar en intensidad a los rojiblancos y a imponer su calidad.
Guardiola alineó a un equipo muy ofensivo con Vidal, Ribery, Douglas, Muller y
Lewandowski dispuestos a presionar y ahogar la salida del equipo de Simeone.
A pesar de ello, el Atlético no quiso meterse desde el
principio atrás y Gabi realizó los dos primeros disparos a puerta del partido,
aunque ambos sin demasiado peligro y a las manos de Neuer. Al cuarto de hora
comenzaron las hostilidades del Bayern y el recital de paradas de Oblak.
En el primer despiste de la zaga del Atlético, Muller le
ganó la espalda a Godín y cedió para Lewandowski, que algo escorado perdonó en
el mano a mano. La sucesión de saques de esquina, centros laterales, rebotes en
el área rojiblanca y pérdidas de balón hacían presagiar lo peor. El Atlético no
era capaz de dar tres pases seguidos y Griezmann y Torres no recibían balones
para jugar a la contra.
La noche de Augusto no estaba siendo nada buena, controló
mal el balón en el borde del área y cometió una falta infantil sobre Alaba.
Xabi Alonso chutó entre una maraña de jugadores de ambos equipos y el balón
tocó en Giménez para despistar a Oblak y anotar el primer gol de la noche. La
ventaja de la ida estaba dilapidada a la media hora de partido en el Allianz. Quedaba
una eliminatoria de una hora.
Demasiado tiempo para un Atlético que no salía del área y
solo tres minutos después Giménez cometió penalti por agarrar a Lewandowski.
Los rojiblancos estaban desquiciados, tocados y casi hundidos. Pero Oblak
quería ser el héroe y adivinó las intenciones de Muller para despejar el
penalti y el remate posterior de Xabi Alonso. Había vida, había esperanza. El
Atlético seguía creyendo y por entonces logró algo complicado, llegar al
descanso con la eliminatoria empatada.
Simeone tenía que hacer algo y lo hizo. Dejó en el vestuario
a Augusto y dio entrada a Carrasco. El panorama cambió en un nuevo ejemplo de
la importancia que tienen los entrenadores en el devenir de los partidos. Los
buenos ya no eran tan buenos y los malos no eran tan malo. El Atlético
presionaba mejor y al Bayern le costaba cada vez más trenzar las jugadas.
En un robo del Atlético en el centro del campo, Koke entregó
para Torres y este la puso al espacio para Griezmann en posición legal, el
tiempo se hizo eterno, el francés recorrió 20 metros en solitario, solo tenía a
Neuer por delante, levantó la cabeza y la mandó a dormir al fondo de las
mallas. Era la primera del Atleti y puso el empate. El Bayern necesitaba dos
goles para estar en la final.
Los fantasmas se le reaparecieron al Bayern de Guardiola,
las semifinales se le volvían a poner cuesta arriba en casa ante un equipo
español. Los alemanes pasaron minutos de zozobra y Juanfran estuvo a punto de
marcar el segundo del Atlético en un disparo que rozó el palo. Pero a falta de
veinte minutos, el Bayern se olvidó del fútbol y se lanzó a la heróica.
Los balones volvieron a sobrevolar el área del Atlético y en
uno de ellos Vidal cedió con la cabeza para que Lewandowski la embocara a gol.
Quedaba un cuarto hora de sufrimiento extremo para ambos equipos.
El Bayern dejó entonces muchos espacios y el Atlético
encontró respiro en la izquierda, Torres se coló y Javi Martínez le zancadilleó
antes de entrar al área. El colegiado señaló penalti y la historia parecía
escrita. Pero esta vez fue Neuer el que quiso ser el héroe y le paró el penalti
a Fernando Torres. Cinco minutos a tumba abierta, un gol era la gloria o el
infierno. La final de Milán o una dura eliminación.
El Atlético aguantó el tramo final y logró un resultado
histórico para meterse en la final de Milán del 28 de mayo. Los rojiblancos
repetirán dos años después y volverán a creer para lograr la Primera.