jueves, 4 de mayo de 2017

LA FIABILIDAD DE LA JUVENTUS TUMBA AL MÓNACO

Jaime Trevijano

La ida de las semifinales de esta edición de la Liga de Campeones ha resultado esclarecedora. Tras la exhibición del Real Madrid ante el Atlético del martes, este miércoles la Juventus lució oficio para encaminarse a la final de Cardiff. Lo que se proclamaba como un duelo entre los jóvenes talentosos Mbappé y Dybala concluyó resultando un triunfo demoledor del club turinés por la vía de Gonzalo Higuaín. El "Pipita", en búsqueda eterna de legitimidad como punzón en los grandes partidos, obtuvo su catarsis para arrancar un 0-2 en el que fue protagónico. Como en el 98 (semis, golazo de falta de Del Piero), la Vecchia Signora parece ser la frontera que evita la gloria continental monegasca.

Allegri eligió disponer de tres centrales y sacrificar a Cuadrado, en una seña clara de respeto al ratio goleador de un bloque local que hizo descarrilar al City de Guardiola en una bacanal anotadora para la historia. Bonucci, Barzagli y Chiellini se sumarían al retorno de Marchisio al mediocentro, con Pjanic, Alves y Alex Sandro completando un cierre que pretendía asegurarse la meta a cero y el control de la pelota. Sin embargo, la hiperactividad de los del Principado les restaría voluntad a los italianos en su intento por monopolizar el cuero. Desde temprano el duelo desnudó su esencia: los locales jugaban desamarrados y le tocaba a los visitantes domarles.

Lemar y Mbappé no tardarían en amenazar por las bandas al achique intensivo del campeón del calcio. La pelota volaba en un continuo movimiento de presión y asedio local. La salida emitió algo de anestesia blanquinegra pero la energía y verticalidad locales comenzarían a imponer su ritmo acelerado tras el prólogo. Bajo la batuta de Bernardo Silva fluiría un circular de la redonda que consiguió entrar en el muro italiano y probar a Buffon en múltiples oportunidades durante el primer acto. En el 17 sostuvo a su equipo el portero con una reacción plena de reflejos al cabezazo de Mbappe, que remataba un centro de Dirar (la otra flecha, colocada en el flanco diestro). Sin embargo, en ese tramo de control rojiblanco amanecía la conexión entre Dani Alves e Higuaín como una solución trascendental al agobio juventino.

Debían multiplicarse las ayudas dispuestas por Allegri para llegar a las coberturas exteriores y taponar el juego entre líneas monegasco. Falcao y Glik cabecearían con peligro antes de la primera media hora. En esa frontera temporal, precisamente, avisó la Juventus en su primera aproximación nítida. El balón parado acudió al rescate de la estabilidad italiana: una falta lateral botada por Pjanic y tocada por Chiellini fue engatillada fuera, por poco, por Higuaín. Ese mordisco decontextualizado amilanaría la convicción con la pelota de un equipo local que sería penalizado. Competían con la zaga adelantada y sufrían tras pérdida. En esa tesitura, Dybala, Alves y Higuaín trazaron una contra fulgurante que concluyó con asistencia del brasileño y diana del argentino -minuto 30-. Sólo había anotado el delantero dos goles en sus 24 partidos disputados en eliminatorias de Champions. Pero este miércoles iba a exorcizarse.

La Juve había equilibrado el tempo con salidas venenosas que rompían el ritmo de la iniciativa local. Además, consiguieron ajustar en las marcas mixtas y el magnetismo de Silva, Lemar y Mbappé quedó, ciertamente, neutralizado. Ya en ventaja, Dybala e Higuaín alcanzarían a chutar sobre la meta de Subasic. El marcador le otorgó tranquilidad a los italianos para reforzar su seguridad en el repliegue y sentenciar en transición. Acusó el golpe el Mónaco hasta el descanso, sin la lucidez ni la velocidad necesarias para incomodar al cuarentón portero rival.

Sin embargo, Leonardo Jardim tocó arrebato en vestuarios y los locales dibujaron un cuarto de hora volcánico en la reanudación. Falcao, Mbappé y Bernardo Silva examinaron a Buffon antes del minuto 50. Se había incendiado el compás sobre el que se asociaba un Mónaco que evidenciaba su exuberancia física mientras que la Juve se limitaba a sufrir. Dirar y Lemar llegaban hasta línea de fondo y la tormenta de centros era palmaria. Pero no llegarían a recoger fruto y el campeón transalpino se fue estirando hasta refrescar el riesgo asumido por el técnico portugués. Así, Alves, Dybala y Marchisio llegaron a buscar las cosquillas de Subasic antes de que la perla argenta, el lateral e Higuaín repitieran suerte y resultado en otra contra calcada a la del primer gol. El 2-0, asestado en el minuto 60, coronó al "Pipita" y construyó un colchón sobresaliente para que el oficio de su camarín hiciera el resto. El centro del carrillero ex del Barça y el remate del ex madridista fueron, sencillamente, inapelables.

Tomó la escena la Juventus y congeló la efervescencia pretendida y bien ejecutada hasta ese punto por los locales. Los dos técnicos moverían sus banquillos de cara al desenlace y Moutinho, Germain, Touré, Rincón, Cuadrado y Lemina entraron en escena por Lemar, Bayakoyo, Silva, Marchisio, Higuaín y Pjanic. Los errores e imprecisiones de los dos mediocentros monegascos se tornaron en una rémora terrible, generando contras oponentes y fracturando el guión local. En consecuencia, la introducción de músculo de Allegri dibujaría un cierre de partido en el que la pelota era del Monaco y el dominio del sitio, juventino.

Le costaría mucho a los líderes de la Ligue 1 superar a un Buffon espléndido en su partido 100 en Champions. El guardameta sacó un remate muy peligroso de Germain sobre la hora con una parada de foto. Pero, más allá de esa opción, el sistema de Jardim languidecería en intentos inocuos de acercamiento. Sólo las acciones de pizarra, lanzadas por Moutinho, significarían algo de inquietud a una Juventus que supo frenar y enfangar el devenir hasta apagar la competitividad luchadora y anotadora de la sorpresa de la competición. El Louis II acogió un golpe de autoridad y efectividad de una defensa superlativa (el Barcelona puede dar fe de ello) en la que todos participan (sexto partido consectuvo sin encajar un gol en esta Liga de Campeones). La noche grande de Higuaín y la clase lanzadora de Pjanic, Dybala y Marchisio hicieron el resto. La ejecución ortodoxa del plan de Allegri más especulador significó, casi, la resolución de las semifinales en la ida. "Tácticamente, el entrenador ha tenido la sensibilidad necesaria para hacer lo que había que hacer para ganar. Solo nos queda decirle bravo", firmó el portero legendario sobre la variante implementada por su técnico (menos balón que de costumbre).