Gran
victoria del Real Madrid de Zidane en una plaza complicada como Vigo en la que
el partido estuvo plagado de intensidad pero un Cristiano superior llevó al
cuadro merengue a los tres puntos
Antonio Blanca
El
Real Madrid queda a un punto de proclamarse campeón de Liga tras vencer por 1-4
al Celta de Vigo en Balaídos en el partido que le quedaba aplazado desde enero,
el de la polémica de un Alcalde con ganas de llamar la atención y de paso y
como un mal gestor de lo público calentar a sus conciudadanos de manera
innecesaria. Dos tantos de Cristiano Ronaldo, en la primera parte y en la
reanudación tras el descanso, sirvieron a los blancos para poner ventaja en un
partido en el que el Celta pecó de falta de puntería y que sentenció Benzema
tras la locura que se desató tras la expulsión de Iago Aspas.
Este
miércoles llegó por fin el partido con la previa más larga que se recuerda.
Casi cinco meses después de que un temporal aplazara el duelo entre celestes y merengues,
la larga temporada europea de ambos conjuntos trasladó hasta esta fecha un
duelo que ya se adivinaba fundamental para los intereses ganadores del Real
Madrid. La importancia capital del mismo fue tomada en serio por el equipo de
Zidane, que recurrió (y ganó en derecho) al Comité de Apelación la amarilla que
dejaba a Nacho fuera del mismo. Sin embargo, el técnico francés decidió apostar
por el mismo once que salió en el Vicente Calderón y dejó al defensa en el
banquillo.
El
cuadro de Berizzo, que ya no se jugaba nada en la competición doméstica tras vaciarse
en la Liga Europa, quería dejar contenta a su afición y redimir la ocasión
perdida en Old Trafford con un gran triunfo,
jugando a una intensidad descomunal para un equipo que nada ponía en liza salvo
la posibilidad de primas en forma de maletines. Lo cierto es que el equipo gallego
lo dio todo, pero la ansiedad acumulada tras el fiasco del jueves (hecha carne
en un John Guidetti que no tuvo el día) deparó una falta de puntería que acabó
condenando a los locales.
El
Real Madrid, por su parte, salió con el ímpetu del que tiene un título en juego
y, al contrario que su rival, fue recompensado a los diez minutos en forma de zurdazo
de Cristiano Ronaldo. Asistido por Isco, el portugués se aprovechó de un fallo
de Wass al corte en un envío a su espalda de Marcelo. Ronaldo recibió en la
frontal y con la zurda colocó el balón en el fondo de las mallas.
El
tanto de ventaja dio una excesiva confianza a los blancos, que poco a poco
fueron perdiendo el pulso del partido y entregaron el mando a un Celta que se
cortocircuitaba una vez se instalaba en la línea de tres cuartos. El Madrid
logró despertar a tiempo poco antes del descanso gracias a los contraataques
que igualaban la carga de trabajo de Sergio Álvarez con la de Navas.
Esa
reacción se mantuvo en la reanudación, con los mismos protagonistas en liza. Y
el segundo gol del Real Madrid sirvió como perfecto ejemplo de lo que habían
sido los primeros cuarenta y cinco minutos.
De
un potencial empate del Celta con el lío que se hizo Guidetti dentro del área
visitante, el Real Madrid lanzó una contra con Isco a la carga que acabó en el
segundo tanto de Ronaldo. El malagueño realizó una genial conducción, zafándose
en hasta dos ocasiones de los intentos de robo del “Tucu” Hernández, para
acabar cediendo el balón dentro del área al devorador de goles, que no perdonó
con un remate de primeras apuntando al único hueco posible entre Álvarez y el
poste.
Cualquiera
diría que con un 0-2 a favor en el minuto 47, el Real Madrid podría dedicarse a
controlar con tranquilidad el partido. Pero no fue así. Poco después, ya en el
minuto 62, una caída de Iago Aspas dentro del área tras un choque con Ramos fue
considerada como "piscinazo" por parte del árbitro, que no dudó en
sacar la segunda amarilla que significaba su expulsión, pese a que parecía lo
contrario ( efectivamente fue) como un penalti no pitado.
Dos
cero a favor y un rival con uno menos. Otra vez parecían las mejores
condiciones para que el Madrid respirara con tranquilidad hasta el final. Pero
hete aquí que Guidetti, más veces visto clamando al cielo por un error en una
noche infructuosa, acabó gritando de alegría tras anotar, regalo de Isco a
Sisto y toque de Ramos mediante, un chut que ponía el 1-2 en el marcador con
veinte minutos por delante.
La
esperanza celeste duró lo que un gato tarda en lanzar un arañazo. Un minuto
después, Karim Benzema puso la firma al 1-3 aprovechando un pase de la muerte
de Marcelo desde la línea de fondo.
Ahora
sí, el golpe del francés fue definitivo para el cuadro vigués que se había
vaciado en busca del gol y que ya notaba la inferioridad numérica. El Real
Madrid asumió el control del balón y se pasó los últimos veinte minutos de
partido asediando una y otra vez la portería de Sergio Álvarez, esencial su
actuación para evitar la goleada.
El
acoso y derribo blanco tuvo como último premio el tanto de Kroos (pleno de
clase y calma para pisar la pelota, tirar al defensa y ajustarla al palo) para
cerrar el 1-4 definitivo. El Real Madrid cumplió sobremanera con la penúltima
de sus finales ligueras y fija su vista ya en La Rosaleda, donde el domingo a
partir de las ocho de la tarde buscará, como mínimo, el punto que le valdrá
para ser campeón de Liga. Un triunfo que saboreó por última vez en 2012, cuando
José Mourinho era el comandante en jefe de la nave blanca, esa que fue y sigue
siendo la Liga de los Récords.