Carlos de Blas
"A este equipo le falta una gran remontada y va a ser
el día", sintetizó Gabi, capitán rojiblanco, cuando le preguntaron por la
esencia con la que plantean este Atlético-Real Madrid encuadrado en la vuelta
de las semifinales de la Liga de Campeones. "Tenemos que tener mucho
equilibrio emocional, ser un equipo compacto, sólido, no cambiar nada de
nuestra manera de jugar y poco a poco ir llevando el partido a nuestro
terreno", expuso en la vertiente pragmática que también entra en la
fórmula espiritual verbalizada: "El otro día en el Bernabéu, después de
perder 3-0, lo único que se escuchaba era la afición del Atlético de Madrid
cantando el himno a capela, y eso me pone la piel de gallina, son cosas con las
que me identifico y el Real Madrid tiene que ver dónde está jugando".
"Este equipo nunca se ha dado por vencido y sólo pensamos en ganar el
partido, en no meter el segundo antes que el primero", relató el
mediocentro tapón y organizador de la red colchonera.
Su comparecencia previa al duelo de este miércoles, tercer
derbi más importante de la historia madrileña (tras las finales de 2014 y
2016), sirvió para retratar la complicada labor que ha de realizar el gurú del
Calderón, Diego Pablo Simeone. Y es que el técnico que ha de hacer rimar el
furor inherente a su vestuario, a la rivalidad, al ambiente debidamente
caldeado con la frialdad del estudio de las situaciones y la ejecución
quirúrgica de lo pautado. Quizá, por eso, se mostró muy escueto y escondió su
tradicional enarbole de la bandera tribunera en la vigilia. "¿Qué le diría
a aquel que a estas alturas no crea en la remontada", le preguntaron desde
la trinchera periodística y el argentino, en lugar de trazar un alegato
sentimental encendido, como es tradición, se limitó a comentar que "cada
uno es libre de creer en lo que quiera". No hay espacio en esta pelea
"minuto a minuto, segundo a segundo" para gastar energías en lo
accesorio.
"Lo emocional equilibrado, desde lo futbolístico, es el
mejor camino para hacer un gran partido", explicó el Cholo antes de
anunciar que "está claro que nuestra aspiración es empezar el partido
fuerte, como todos los equipos que juegan en casa". Gabi, en este sentido,
confirmó la hoja de ruta local: "tenemos que intentar jugar lo máximo
posible en campo rival y me acuerdo del último 4-0 (ante el Madrid, el 7 de
febrero de 2015, en el declive de Ancelotti). Me acuerdo que marcamos dos goles
muy pronto. Eso nos hizo jugar un poquito más replegados y en la segunda parte
salir a la contra y marcar dos goles más".
Tiene la dupla Simeone-Burgos que localizar la utilidad a lo
desaforado del apartado anímico. Desestabilizar el plano mental del equipo en
ventaja es la (única) estrategia implementada por el Atlético desde el pitido
final de la ida. La hinchada, los jugadores y los mensajes institucionales
publicados en esta semana han buscado rascar en la solidez psicológica mostrada
por los merengues en el Bernabéu. Las alusiones al sentimiento de pertenencia
-ajeno a los éxitos- y la humildad -cebo picado por Sergio Ramos este martes-
constituyen la maniobra externa rojiblanca trazada para ser rematada por lo
interno, en el ajedrez del césped. Y, ahí, el libreto rojiblanco anhela morder
desde temprano y examinar el cierre madridista con volcánico convencimiento.
Sembrar la duda es la senda y una diana precoz abriría las compuertas de la
utopía. Para ese empeño se ha casi vaciado la enfermería (sólo Vrsaljko y
Augusto son bajas) y Juanfran, Giménez, Gameiro y Carrasco han sido convocados.
Y el acierto de Griezmann (en el remate o último pase) vuelve a ser condición
sine qua non, tanto como la búsqueda de la espalda de Modric y Kroos. Por el
centro y en la mediapunta.
Eso sí, la ráfaga estruendosa pretendida, de estándar
anatómico hiperbólico, viene amarrada por el raciocinio. "Yo considero que
mañana hay que defender bien para estar muchos más minutos dentro del partido y
todo lo que sea defender bien y estar dentro del partido nos va a dar opciones
para ir en busca de lo que queremos, que es pasar la eliminatoria",
declaró un Simeone que plantea el envite sin el envoltorio de la remontada,
como un simple (y enorme) partido. Un evento en el que el valor doble de los
goles anotados a domicilio es determinante (por ese callejón se desorientó en
la ida tras descomponer a su sistema). Por ello, a pesar de necesitar llevar la
iniciativa, es complicado que el Cholo repita el error de vaciar su centro del
campo para abandonarse a una apuesta ultra-ofensiva, dominadora y combinativa.
Contemporizar y volver a probar la mezcla de calidad y orden (que naufragó en
Chamartín pero ha conducido a los rojiblancos a esta altura) son epígrafes
obligados en un marco de restablecimiento de la autoestima: "Nosotros
confiamos en lo que nosotros somos capaces de hacer. Sabemos de nuestras
fuerzas y confío muchísimo en mis futbolistas, los conozco desde hace cinco
años y medio a la mayoría y no tengo ninguna duda de que mañana van a hacer un
buen partido".
Esto último, la condición anímica se destaca como un
parámetro de mayor peso que lo táctico, la superpoblación de la medular, la
batalla por la pelota, la presión elevada o las superioridades laterales. En un
cruce con un 3-0 en el electrónico ha de darse un descalabro generalizado de
uno de los contendientes para que asome la prórroga o la remontada. Y un exceso
de vanidad está en perfecta disposición para romper la racha que ostenta el
Real Madrid (lleva 15 partidos sin perder en Champions, la mejor racha de su
historia, tras la derrota ante el Wolfsburgo, el 6 de abril de 2106).
Desde Valdebebas se desplazará una delegación en la que no
están incluidos Bale y Carvajal y en la que Zinedine Zidane recuperará a Varane
y, probablemente, al 4-4-2 que nutre la calidad en el cortejo del cuero que
proporciona Isco (emblemática su actuación, en este sentido, en el 0-3 de
Liga). La superioridad evidenciada en la ida, merecida, se desenvolvió sobre el
abono de la intensidad, el compromiso colectivo, la precisión en el manejo de
la posesión, la pericia a la contra y la capacidad de funcionar con los
automatismos corales bien engrasados. Y, ojo, también con el acompañamiento
indispensable de un anochecer horroroso colchonero en torno a la precisión. Por
esa fisura se secó la amenaza contragolpeadora rojiblanca y, con ello, muchas
de las opciones del conjunto sureño. Amén de la mencionada solvente vigilancia
sin pelota merengue.
Con esto se quiere decir que los fantasmas de indolencia y
autocomplacencia que han perseguido al Madrid durante esta temporada
-convirtiendo en épicos los cierres de un buen puñado de partidos controlados
previamente- son latentes y estructurales. Y no sería un encuadre idóneo la
batalla de este miércoles para su toma de la escena. Por eso el 4-4-2 movible
-con opción para buscar el gol de la sentencia a la contra desde el banquillo-
se antoja indispensable. "Si pensamos que les hemos ganado dos finales nos
equivocamos", avisó un Zidane claro en su manejo de la motivación en este
marco de clara ventaja: "En el fútbol nunca se ha ganado nada y hay que
hacer un partido excelente para pasar la eliminatoria".
Es más, el técnico galo promete menos defensa que su
homólogo, por contradictorio que pudiera parecer. Se trata de filosofías de
juego y estilos. "Entraremos al campo pensando en dar el máximo para ganar
el partido. Lo único que queremos es jugar y ganar. Nuestra idea no va a
cambiar, el camino es siempre el mismo", arguyó un técnico que recalcó que
no especularán (si bien, pudiera ceder metros para golpear en el vértigo de su
transición en tramos del duelo): "Pienso en todo lo contrario, vamos a
intentar jugar y marcar como siempre. No va a cambiar nada lo que queremos
hacer". Llevan 60 partidos anotando de manera consecutiva y jugar con el
reloj o con el marcador cosechado el pasado martes no pasa por la cabeza del
estratega. Al menos en principio.
Entonces emerge el mantra madridista explicitado por Ramos:
"Tenemos que salir con las ideas muy claras, en el fútbol siempre puede
pasar de todo pero vaciándonos, dejándonos el alma, manteniendo el nivel de
concentración. Tenemos que confiar en nosotros mismos. La clave del éxito está
en la unión y el sacrificio". Ese vestuario sabe por dónde flaquea y, al
parecer, tiene "bien claro" que hará lo posible por competir con la
misma intensidad que su rival. Del agujero en el lateral diestro habrá de
encargarse Zizou. La posibilidad de participación tanto de Pepe como de Varane
abre a Nacho la opción de sortearse con Danilo el escaño, según la pretensión
ofensiva o defensiva que el entrenador designe para esa parcela (con Carrasco
al 100% enfrente). No hay muchas más variantes pronosticables en la hoja de
ruta visitante, por lo que se trata de reproducir una versión lo
suficientemente atenta a lo táctico y el equilibrio que aleje un escenario de
incertidumbre y regale al potencial goleador liderado por un Ronaldo en
ignición la oportunidad de sellar el pase a la final ante la Juventus.
Así pues, el coliseo de la ribera del Manzanares se despide
para la Copa de Europa con un derbi que está en vías (optimistas) de resultar
histórico. La despedida de los focos continentales del Paseo de los
Melancólicos bien podría significar la remontada nuclear del currículo
colchonero en su diatriba por el Viejo Continente -nunca vista en las
semifinales de esta competición, descorche de la gran vendetta al presente
lustro de luces y desasosiego- o el paso previo a la consecución de la
Duodécima y de la firma pionera de la primera vez que un club alza el trofeo de
la Liga de Campeones en dos años concatenados. La atmósfera viene cargada y el
segundo capítulo de este cruce responderá, sin duda, a las expectativas.