jueves, 31 de mayo de 2018

BALE PIENSA EN IRSE

El galés no se siente valorado por Zidane y el club, y aun habiendo sido el héroe de la Decimotercera prefiere seguir su carrera lejos de Chamartín

Antonio Blanca

La millonada que le pagaría el Manchester United o el atractivo del Bayern de Munich, Gareth Bale se debate entre dos ofertas. Ambas pueden satisfacer las exigencias del Real Madrid, así que ahora él tiene la pelota en su tejado. El galés, que hace semanas dio la orden a Jonathan Barnett, su agente, de sondear el mercado, verbalizó sus intenciones de marcharse del Madrid a la conclusión de la final de la Champions de Kiev, donde fue elegido mejor jugador del partido gracias a sus dos goles saliendo del banquillo.

"Necesito estar jugando semana tras semana y eso no ha sucedido esta temporada por una razón u otra. Tengo que sentarme y discutir mi futuro con mi agente. Obviamente, estoy decepcionado por no haber salido de inicio, así que lo mejor que he podido hacer ha sido dar un paso adelante y causar impacto. Y eso fue lo que hice", declaró el jugador sobre el césped.

El galés se limitó a hacer público lo que hacía tiempo que pasaba por su cabeza. Bale ha pasado a un rol residual el campo, siendo titular en partidos de poco rango en Liga y quedándose en el banquillo en partidos importantes de Champions. Por eso Barnett se ha movido rápido en el mercado y el futbolista tiene dos suculentas ofertas encima de la mesa. Dos propuestas de equipos de primer nivel europeo.

El primero es el Manchester United. Jose Mourinho dejó claro el pasado verano, antes de en un partido amistoso ante el Real Madrid en Estados Unidos, que Bale era una prioridad para él. El portugués se lo dijo al galés en el túnel de vestuarios entre risas. Ahora el interés es real y el United quiere convertir al futbolista en el mejor pagado de la Premier. Una ficha que podría rondar los 35 millones de euros anuales, además de dejar en las arcas del Real Madrid una jugosa cantidad.

En un principio el precio de salida de Bale era de 120 millones de euros. Florentino, consciente del interés de la Premier, donde el Tottenham también preguntó por Gareth, tasó su salida en 120 millones de euros en un primer momento. Lo hizo a regañadientes porque el presidente siempre ha creído en Bale como jugador franquicia para los próximos años, pero las lesiones y Zidane le han recluido a la suplencia y hoy la salida del galés es innegociable. Lo que ha cambiado es su precio, especialmente tras los dos goles de la final de Champions. Hoy el Real Madrid aspira a no recibir menos de 150 millones por su traspaso y en Inglaterra hablan de superar incluso el precio de la cláusula de Neymar que pagó el PSG (222 millones).

El otro equipo que se ha mostrado muy interesado es el Bayern de Múnich. Y desde el entorno del jugador se ha deslizado que esta oferta es la preferida del futbolista. Un equipo del que ha recibido muy buenos informes y que le permitiría estar más relajado en su vida privada. Si hay algo que ha gustado a los Bale de su estancia en España ha sido la tranquilidad con la que han podido vivir. En Inglaterra, Bale es un jugador muy seguido por la prensa que llena decenas de portadas en los tabloides ingleses. Y parece que Gareth no quiere regresar a esa dinámica, por lo que Múnich le permitiría mantener esa vida privada relajada.

En los próximos días comenzarán las conversaciones entre el Real Madrid y Barnett, que pondrá encima de la mesa las ofertas que tiene el jugador, e indicará cuál es su prioridad. El equipo al que finalmente se marche colmará las exigencias del Real Madrid y ahí le tocará a Pérez mover fichar en el mercado en busca de otro galáctico. En las últimas horas se ha abierto la posibilidad de que sea precisamente un jugador del Bayern, el delantero Lewandowski, cuyo agente ha confirmado que el ariete quiere cambiar de aires. ¿Cambio de cromos? En cualquier caso, el precio de Bale en el mercado es superior al del polaco a día de hoy.

lunes, 28 de mayo de 2018

HISTÓRICA FIESTA EN EL BERNABÉU

Jaime Trevijano

El Real Madrid ofreció este domingo a su afición la decimotercera Champions conquistada en Kiev ante el Liverpool (3-1) en un recorrido por las calles de la capital que finalizó en el estadio Santiago Bernabéu.

Los blancos comenzaron la celebración con una visita y ofrenda a la Catedral de la Almudena y la Comunidad de Madrid, donde el equipo fue recibido por el presidente Ángel Garrido, quien felicitó al conjunto de la capital y lo elogió como "el mejor club del mundo".

Garrido, presidente de la Comunidad, recibió al campeón de Europa por tercer año consecutivo. Un vídeo con los goles y la celebración sobre el césped de Kiev inició la recepción oficial de la sede de Sol. Garrido y Florentino se intercambiaron una placa conmemorativa y una réplica de la Copa de Europa, además de dos camisetas.

Desde uno de los balcones de la sede de la Comunidad, Sergio Ramos se dirigió a la afición que abarrotó Sol. "Este trofeo es también vuestro. Aquí se evalúa cada año, y ahora hay que pensar en la decimocuarta", afirmó, antes de dar paso a Cristiano Ronaldo. "Gracias por estar aquí, es un momento inolvidable. Hicimos historia", dijo el portugués.

Acto seguido, en torno a las siete y media de la tarde, la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, recibió al equipo dirigido por Zinedine Zidane en el Ayuntamiento. Una vez todos los jugadores estuvieron colocados encima de una escenario, la alcaldesa agradeció al equipo merengue la hazaña conseguida por tercera vez consecutiva. "Gracias a todos los que hacen posible este milagro, más incalculable y superior que nunca, nada menos que tres copas Champions seguidas", señaló.

Por su parte, Florentino Pérez, presidente del equipo, también dedicó unas palabras, asegurando estar muy orgulloso y apuntando que "el trabajo es el secreto para una de las más grandes etapas del fútbol moderno". Después de su discurso, regaló a la alcaldesa una réplica de la copa, antes de que Manuela Carmena ofreciese a los jugadores sus ya tradicionales galletas "solo para campeones".

La tarde de fiesta del madridismo disfrutó de uno de los momentos esperados pasadas las 8 y 30 de la tarde, cuando los jugadores llegaron en su autobús descapotado a la mítica plaza. Una parte de la celebración también esperada por los futbolistas, que se aflojaron las corbatas y animaron los gestos tras las visitas institucionales.

Comenzó entonces el recital de cánticos, micrófono en mano el capitán Sergio Ramos. "Cómo no te voy a querer, cómo no te voy a querer, si fuiste campeón de Europa una y otra vez", fue la versión del tradicional cántico de la afición blanca, que triunfó entre los jugadores y el gentío. Hubo también tiempo de acordarse del vecino y rival Atlético en los cánticos y en las declaraciones.

'Orejona' en mano, Ramos y Marcelo coronaron a la diosa, alzando el trofeo que ganaron en Kiev menos de 24 horas antes, y el 'We are the champions' cerró la fiesta con la explosión de confeti, con la Cibeles vestida con la bandera al cuello y la bufanda del Madrid en la cabeza. El primer gran baño de masas del campeón de la Champions antes del broche en el Bernabéu al que se dirigieron después en ese autobús perseguido por cientos de aficionados.

OTRA COPA DE EUROPA MÁS A COLOR

Aránzazu Gálvez

Cuando a mediados de diciembre el sorteo de octavos de final de la Champions deparó un Real Madrid - PSG, con la vuelta en el Parque de los Príncipes, muchos aficionados, la parte antimadridista de España, se frotaron las manos. Y más se ilusionaron cuando un mes después el Leganés eliminó, en el Bernabéu, a los blancos en cuartos de Copa del Rey.

El antimadridismo entonces soñaba con al fin cantar derrota de los blancos, es decir, celebrar su principal victoria del año. Hay un amplio sector del movimiento antimadridista, tan lícito y respetable como el madridista, que vive más por el desastre del Madrid que por los éxitos de su equipo, si es que lo tuvieran. Y es normal, entra dentro de la rivalidad en el mundo del fútbol.
  
Tras años en los que han tenido que soportar a un equipo muy ganador (en 2017 se ganaron cinco títulos, doblete de Liga y Champions incluido), el 2018 caminaba para ser un año desastroso para el Madrid. Tener tan pocas opciones en Liga y una mala Copa avanzaban que no sería un año fácil para los blancos. Pero no, tampoco será esta temporada en el que los críticos con este proyecto puedan saltar de felicidad.

El Real Madrid se proclamó campeón de Europa por 13ª vez y dio el vuelco por completo al curso. La brillante victoria ante el Liverpool, con otra obra de arte (la chilena de Bale) para enmarcar y guardar en la historia, completa un ciclo que no caduca. Cuatro Copas de Europa en cinco años, tres consecutivas. Un dominio casi insultante para el resto de rivales.

Ganar una Champions, entenderán, es lo más grande que un club puede hacer. Lo reflejó una leyenda del Barcelona como Carles Puyol, que acabo reconociendo la realidad. "Tenemos que reflexionar en las prioridades", comentó el eterno capitán culé. Y ahí radica una de las grandes malas noticias del antimadridismo. Ganar la Liga tiene muchísimo mérito, la Copa (trofeo que el Barça ha ganado las últimas cuatro ediciones) también, pero como la Champions no hay nada. Y esa es la prioridad de la que habla Puyol. Este Madrid pasará a la historia. En los próximos 50 años se recordará al equipo encabezado por Zidane, no al Barça de Messi (sí a Messi).

Pero no solo el título ha desquiciado a los antimadridistas. El simple hecho de ver a este hecho competir, de ir eliminando a los grandes de Europa cuando todos le dieron por muerto, ya avanzó lo que ahora se ve. Los críticos al Real Madrid se pusieron una tirita que después de poco valió, pero que intentaba mitigar lo que este sábado ocurrió. Y es que este equipo ya tenía cartel de campeón en cada miércoles de los meses de abril y mayo. Se lo ganó y sus críticos, al verlo venir, comenzaban a poner excusas.

Esta Champions ha sido la de las múltiples excusas. Algunos hablaron de árbitros, otros del poco nivel de los rivales, otros de los malos porteros que tuvieron Bayern y Liverpool, otro de la mal llamada 'flor'... Así se fue yendo quitando méritos a una Copa de Europa dificilísima en la que eliminó al campeón de Francia, Alemania e Italia y al equipo que apeó al campeón de Inglaterra. Una Champions excelente a la que no hay argumento que pueda minimizarla.

Porque los críticos del Real Madrid siempre esperaron el error, siempre creyeron que alguna vez llegaría la derrota. Con el PSG se frotaron las manos porque el conjunto francés venía arrasando en su país y el Madrid de capa caída en España. Ganaron los de Zidane en el Bernabéu y en el Parque de los Príncipes. Más tarde con la Juventus llegó el famoso penalti y ahí se diluyeron las esperanzas de eliminación. Igual ocurrió con el Bayern, que estuvo muy cerca de pasar... pero no lo logró.

En el año en el que parecía que el Madrid se hundiría, tendría que cambiar de proyecto, destituir a Zidane, los blancos acabaron ganando la Champions League, sepultando por completo la Liga y Copa y la Europa League de sus eternos rivales. Y lo hicieron cuando más se les daba por muertos, de ahí su éxito y la frustración de sus rivales.

¿Qué más tiene que hacer el Real Madrid? Son tres Copas de Europa en dos años y medio de mandato de Zidane, datos impensables en el fútbol moderno. Quizá los antimadridistas deberán aprender a vivir con ello. Tendrán su momento, porque se antoja imposible que todos los años haya una Champions, pero sepan que nunca pueden dar por hecho la muerte de un equipo ya eterno, el mejor de la historia.

domingo, 27 de mayo de 2018

EL REAL MADRID ES INMORTAL

Tercera Champions League consecutiva que logra una hazaña nunca vista en la Historia del deporte y se hace eterno

Antonio Blanca

Limpio y blanco. No empaña. Leyenda viva. El mito del mejor club del siglo XX y de aquellos años dorados no es sino una realidad, plausible, poética, celestial, blanca, muy blanca, sin mácula, las deidades siempre fueron así. Decimotercera realidad. Fútbol épico en racional época. El maldito número 13 duró noventa minutos, en los que el Real se reafirmó como la institución deportiva más grande de todos los tiempos, por lo siglos de los siglos, al menos del pasado y del presente. Desde Valhalla y Hammurabi a la hazaña blanca. La Copa de Europa que vence al maldito aquelarre. Costó años ganar dos seguidas. La tercera consecutiva ya es historia. 3-1 frente al Liverpool. Pura vida. Gareth Bale. Diosa Cibeles, o lo que es lo mismo, Madre Tierra, Diosa del madridismo, la tierra que da la vida al fútbol. 

El galés llegó a tiempo. Para levantar la Décima y para desafiar a la luz y su velocidad. Se suspendió en el aire para emular a su colega portugués (menos estética, más compleja) y encaminar a su club a la gloria. También se valió de Karius, que tendrá el perdón de los suyos, y la impía inmisericorde memoria. Su calamitoso partido allanó el camino, el primer gol roza el vergonzoso honor del más ridículo de la historia del balompié. 

El Trece, o el 12+1 que decía el malogrado Ángel Nieto, que anoche desde el cielo festejaría la proeza. Judas se sentó en la mesa e hizo de la última cena 13 comensales. Maldito número 13. Doce bis en los aviones y mortal cifra para las noches de Sandro Rey. Paraskevidekatriafobia la llaman unos y puta mala suerte los mal hablados. Los haters que deben andar como vulpejas. Miren si no a Bale y Benzema. Tres seguidas y van 13. Cuánta gloria.


Balder, el favorito de los dioses, cayó ante Loki, el decimotercer asistente al banquete sagrado escandinavo. Y muy loquis estarían los que hace diez años pensaran en algo así. Hasta que llegó Mourinho, la Champions era el vía crucis merengue. La behetría de Chamartín puso en Cristiano Ronaldo sus esperanzas. Acertaron, vaya que si lo hicieron. Ronaldo, el mejor jugador del mundo, Ronaldo el mejor jugador en la Historia del mejor equipo del deporte de todos los tiempos. Ronaldo tan transparente, tan sincero, tan a destiempo. Las palabras se las lleva el viento, la huella de Ronaldo en el Madrid es perenne, por siempre. Al portugués hay que entenderlo, como a los hijos rebeldes, regañarle porque se equivocó y redimirle merced al perdón pedido. 

El antimadridismo hipertrófico ha degenerado, como diría Juan Belmonte, en insultante superioridad. No fue el año mejor en Liga. El Tottenham les pasó por encima. Se tildó al PSG de favorito. Al final, lo de siempre. Como no te voy a querer, si fuiste campeón de Europa ya no se sabe ni cómo decirlo, una y otra vez. Dos chilenas y dos fallos de los arqueros. Cuatro goles que han amasado un nuevo éxito para Zidane, tan cuestionado, tan burlado, tan bueno, tan gigante... Zizou no debe tener una flor, pues es el encargado de regar el Jardín del Edén, como los seres de leyenda, Zidane goza de preferencia con alguien allí arriba, está tocado por la varita.

El partido no creará escuela, es lo que pasa en las finales. Fue tedioso y se hizo largo. La lesión de Salah se antojó dádiva y la caída de Carvajal ralentizó aun más el choque. Se salió del guion la final. Huyó de alegorías el Madrid. Cuatro Copas de Europa en cinco años. De verdad que resulta complicado hacerse a la idea. La retrospectiva del tiempo hará valorar la proeza de este equipo, porque sí, llegará un día en el que el Madrid no gane la Copa de Europa.

La mitad de la plantilla ya suma cuatro trofeos, Ronaldo se alza pentacampeón, y la epidemia sarnosa se aproxima en diciembre a quienes les gusta de cuestionar al astro de Madeira si gana el sexto balón de Oro. Ronaldo, amenaza con irse o con, simplemente, dar respuestas. Quizá quiera hablar de que sigue siendo el rey o quiera felicitar a Bale. O decirle a Florentino que dorar la píldora a Neymar es craso error cuando el ‘7’ está destrozando los anales de la estadística del Madrid. Anoche, la emersión del galés volvió a ser decisiva. Entró por un Isco que estuvo gris, un disparo al larguero fue su clímax. Los genios tienen estas cosas y no siempre se frota la lámpara.


Otro que tal baila es francés y tiene más temple que un burel mejicano. Karim Benzema abrió la lata. Con ayuda, sí, pero andaba por allí para continuar emulando a Raúl González Blanco “el Gran Capitán”, y recordar la obra de pillería de Glasgow, como hizo con una portentosa chilena Bale a pase de otro brasileño, no Roberto Carlos, sino Marcelo, en deferencia al hoy su entrenador, de la volea sempiterna de Zidane al imperecedero de Bale. Todo sea por continuar agrandando la leyenda. Marcando época, como la final de Navas (una parada felina de un profesional intachable), la soberana actuación de Ramos y Varane en defensa, y Modric, que es un vino excelso, pasan los años y su reserva cada vez es mejor.



En general, una plantilla exitosa que ha hecho historia. Lo que fue un mito se ha hecho logos. Lo que negó la ciencia del fútbol lo ha forjado en razón un francés y su ejército de leales peloteros. Reivindicaciones aparte, el Real Madrid es una leyenda y el mundo del fútbol y el deporte da gracias. Trece Copas de Europa. Desafiando al mal fario. Desde 1956 hasta 2018, del Madrid de Di Stéfano, al Madrid de los años 10, al Madrid de Zidane, al Madrid de Cristiano Ronaldo. 

LA LEYENDA DEL MADRID DE LOS AÑOS 10

Carlos de Blas


Las delanteras ganan partidos pero las defensas conquistan campeonatos. Esa es la máxima futbolística que se han empeñado en negar Real Madrid y Liverpool en esta edición de la Liga de Campeones, jugada especialmente sobre el parámetro goleador. No obstante, en el Olímpico de Kiev se daban cita dos de los equipos con mejor ratio anotador que jamás haya visto esta competición. Ese era el guión fundamental y resplandeciente, que prometía espectáculo a la afición y nerviosismo a los técnicos, ya que las zagas no han lucido regularidad, ni mucho menos. Por ello, se presagiaba que este duelo entre aristócratas continentales iba a activar una traca colorida.

Por ello, Zinedine Zidane apostó por tratar de domar la pelota y, con ello, bajar el ritmo disparatado en el que tan cómodo se han sentido los británicos. Ese planteamiento controlador justificaba la presencia en el once de Isco y Benzema, dos peones destinados a regar de fluidez la pretendida asociación perenne. Apostó por un 4-4-2 más equilibrado el técnico galo, en contraposición a Jürgen Klopp, que eligió repetir el 4-3-3 y su arriesgada y ambiciosa puesta en escena. Con el explosivo tridente en punta y Wijnaldum como alternativa al lesionado Oxlade-Chamberlain y al renqueante Emre Can. Unos anhelaban un compás técnico y los otros, físico. Y los dos estrategas morirían con las ideas que les ha conllevado la supervivencia hasta este peldaño.

El prólogo desnudó respeto. Los españoles pretendieron congelar el tempo, con circulaciones largas y achique en campo propio. Y los redspresionaron muy arriba, desglosando su verticalidad característica. En esta fiscalización mutua inicial avisarían los ingleses con robos adelantados y relámpagos proporcionados por la lectura al espacio de Firmino y Milner. Cada imprecisión iba a representar un paseo por el abismo si los de Chamartín no se activaban tras pérdida. Keylor Navas estrenó sus guantes en el quinto minuto saliendo para tapar el desmarque de Manè. Karius había hecho lo propio ante la distribución que desembocó en centro de Carvajal hacia el remate de Isco.

Mandaba en las sensaciones un Liverpool que ocupaba mejor los espacios y alcanzaba a cortocircuitar el plan madridista. Aún así, Marcelo abrió las hostilidades con el primer disparo global, demasiado desviado y desde media distancia -minuto 11-. Ante esa tesitura, en la que asomaba el vendaval británico, se apresuraron los vigentes campeones a concatenar pases desprovistos de riesgo. 
Sin embargo, les costaba afinar el toque, alimentando la comodidad del aspirante, siempre dispuesto a dejar a Salah, Manè y Firmino en tres para tres con Ramos, Casemiro y Varane. Mas, un error de Robertson (novato en estas lides) regaló al favorito una contra rematada por Ronaldo -minuto 16-. No sin dificultades, los madrileños recordaron su amenaza. Sin ganar peso.

Van Dijk, en un córner provocado por una concesión de Carvajal, inauguró la relación de intentos roja -minuto 19-. Advirtió el millonario fichaje, con ese testarazo desorientado, del poderío a balón parado de su escuadrón. Necesitaba el Madrid que Benzema, Isco, Modric y Kroos se asociaran, pues la presión ajena distanciaba mucho a la medular y a la delantera merengues. Y el devenir trabado y tenso se puso serio con el derechazo de Alexander-Arnold. Cruzado y raso, potente, obligó a Navas a recalcar sus reflejos -minuto 24-. No podía el centro del campo y la zaga españoles ni pestañear si la redonda estaba en las botas de los lanzadores de transiciones contrincantes.

Y cuando se atravesaba la media hora sobrevino un punto de inflexión: Mohamed Salah se tendió sobre la hierba, lesionado del hombro. El egipcio, candidato a entrar en el podio del Balón de Oro, se hizo daño en un cuerpeo con Ramos y abandonó la dinámica llorando. Abatido. Sus 44 goles fueron sustituidos por Adam Lallana, un mediapunta corrompido por las lesiones. Se mermaría el frenesí del tridente y también lo ardoroso de la ejecución de un bloque de Klopp golpeado anímicamente. Y en el 34 la mala fortuna empató su distribución: Carvajal, que llegó entre algodones, se rompió. El lateral se fue hundido y entró Nacho, en el cierre de un tramo grotesco que arrebató un puñado de los fuegos artificiales de un plumazo.

Entonces, bajó líneas el cuarto clasificado de la Premier League y subió enteros la posesión madridista. La iniciativa recayó, finalmente, en una delegación española complacida al respirar con más tranquilidad. El testimonio de ese cambio en la dirección del viento fue el centro de Isco y el cabezazo de Ronaldo que tapó Karius con una reacción de foto -minuto 43-. Benzema anotaría pero el colegiado lo anularía por fuera de juego. Y el delantero francés cruzó un centro maravilloso al que Nacho dio continuidad descerrajando una volea que deglutió el lateral de la red. El Liverpool pasó de asustar a tratar de ganar el intermedio. Lo conseguiría, a pesar del latigazo de Benzema que lamió la madera -minuto 47-.

Se encaminaron a vestuarios los guerreros con más trabajo para Klopp. El técnico germano ordenó repliegue tras el infortunio de su estrella, pero perdió por completo la facilidad previa con la que salían en vuelo y se encerraron. El aspecto del envite arrinconó a la preponderancia anatómica que les interesa y puso en primer plano a la calidad técnica. Modric, Kroos, Marcelo, Isco y Benzema brotaron, por consiguiente. La menor fiabilidad de su fondo de armario y el cansancio eran argumentos que habría de neutralizar ante la perspectiva creciente. El 65% de posesión madrileña, sobre todo en terreno inglés, y el repunte de aproximaciones al arco defendido por Karius eran síntomas absolutos.

Y el segundo capítulo de esta confrontación entre experiencia y rebeldía nació con una pérdida en la salida de juego británica que, después de un par de rebotes, le cayó a Isco. El malagueño voleó, rebosante de clase, al travesaño -minuto 48-. Y en el 51, Kroos filtró un pase bombeado y al espacio demasiado largo. Karius atrapó el cuero y cometió un error de índole histórica. El meta teutón neutralizó el centro, pero cuando se dispuso a sacar en corto Benzema se cruzó para adelantar al Madrid. Para alborozo de la tribuna y como premio al despliegue pleno de personalidad y confianza con el que afrontó la reanudación el dibujo de Zidane.

No iba a resultar sencilla la faena de entrar en la leyenda como un proyecto dinástico. Varane salvó a los suyos desviando un centro de Milner que tenía a Firmino salivando en el segundo poste. Y en el córner posterior -minuto 55-, el centrocampista activó un córner que ganó Lovren a Ramos y que usó Mané para adelantarse a Navas y firmar las tablas. La competitividad y fe de los de Anfield salió a relucir para apagar la euforia merengue.

A la punzante respuesta automática inglesa acompañó un pico energético red. Pero Isco volvió a pinchar con un control sin hueco y un remate a la media vuelta que Karius sacó de la cepa del poste -minuto 61-. Y Zizou sentó al malagueño para dar entrada a un Bale enrachado en Liga. El galés debía ser centrocampista para evitar el contragolpe rival y puñal en fase ofensiva. Se mantenía el 4-4-2 con algo más de aliño físico. Y el zurdo le regaló a su entrenador la legitimidad de la decisión con una chilena dirigida a la escuadra -minuto 64-. Centró Marcelo, desatado, y el ex del Tottenham empalmó el escorzo delicioso desde el punto de penalti. Imparable para Karius. Otra vez se adelantaba el defensor del título y examinaba la consistencia británica.

Quiso redoblar su monopolio del esférico el equipo en ventaja, al tiempo que Klopp llamaba a sus trabajadores a despertar del shock. Quedaban 20 minutos por jugarse cuando Ramos, al límite, sacó un pelotazo a la espalda de los centrales que esperaba Manè para encarar a Navas. Y el senegalés, multiplicado, restalló en la madera de Keylor un zurdazo desde la frontal. Recalcando el pelaje ganador y guerrero de su camarín. El meta 'tico' cerraría un centro resbaladizo de Alexander-Arnold, seguidamente.

Morirían de pie los del río Mersey. Subirían líneas sin complejos, sin importarles el precipicio que se presentaba si el Madrid cazaba una contra. De hecho, Ronaldo perdonó una nítida al estar lento en el cara a cara con el guardameta. Alexander-Arnold, in extremis, rescató a su club en una acción defensiva soberbia. La jerarquía de los isleños generó dudas en un conjunto español que recurrió a la asociación horizontal para aplacar sus miedos. Y un cambio de ritmo, con pase distinguido de Bale y volea de Benzema, a punto estuvo de sentenciar. Karius voló para negar tal escenario -minuto 82-. 
Mas, segundos después, permitió al galés erigirse en protagonista. Un cañonazo centrado y desde muy larga distancia del zurdo dobló las manos del titular en detrimento de Mignolet. Tres a uno. El arquero germano se tornó endeble en la peor fecha.

El desenlace, mucho más templado de lo que susurraba la trama, vio participar a Emre Can -por Milner, máximo asistente del torneo- y a Marco Asensio -por un Benzema redimido-. Y se endureció el cuadro antes de la apoteosis madridista. Ronaldo, plomizo, acumularía su quinta Copa de Europa y el proyecto de Zidane dio otra vuelta de tuerca a su prestigio al uniformarse como un equipo único: el primero en alcanzar concatenar tres Ligas de Campeones. En un marco más alejado, se señala a este lustro como el del monopolio continental merengue. Bañado de un pedigrí de especialista en este torneo sin par. El fútbol español, con el triunfo del Atlético en la Europa League, vuelve a mandar con rutilante superioridad.

sábado, 26 de mayo de 2018

A UN PASO DE LA ETERNIDAD

Julio Candela

El Olímpico de Kiev descorchará este sábado el colofón a la edición de la Liga de Campeones que ha terminado por certificar la supremacía total del colorido estilo atacante, después de años de tenaz mandato de la consistencia y la táctica. Real Madrid y Liverpool han sobrevivido a batallas sobresalientes en la fase eliminatoria, evidenciando semejantes huidas goleadoras hacia adelante y capacidad agónica para salir a flote en base a ese arriesgado planteamiento. Sea como fuere, con una senda salpicada de polémicas, los dos ilustres púgiles que se repartirán el cetro continental han dibujado una merecida oda al espectáculo.

La atmósfera despliega un choque de inercias, pero el césped desprende dos libretos casi gemelos. Al primer punto pertenece el oficio del vestuario llamado a hacerse dinástico (ganaría tres Champions seguidas, hito histórico que le uniformaría de dominador del balompié en este lustro) y la ardorosa urgencia por recobrar el sabor de la gloria de un club acostumbrado a ser punzante en el Viejo Continente y matizado en la Premier. En definitiva, este combate ha reclutado a dos consumados especialistas en esta competición, reconocibles tanto en su irregularidad doméstica como en su consistencia competitiva en cruces a ida y vuelta. Y la distribución de estatus presente no les incomoda -los españoles son favoritos, mientras que los ingleses resultan aspirantes en las apuestas-.

Y en torno al segundo prisma, el estrictamente futbolístico, en efecto, está por desatarse el duelo ante el espejo de los dos contendientes. Con un rendimiento defensivo y continuidad en la concentración bajo sospecha, merengues y reds disfrutan de un adn híbrido: el contraataque es su mejor escenario pero se manejan bien en la elaboración en estático o la horizontalidad cuando toca. Bien es cierto que lo que atrae los focos es la posible explosión por la vía de los relámpagos tras robo que ha dejado en la cuneta a Manchester City, Bayern, Roma, Juventus y Oporto, mas la aplicación de ráfagas ambiciosas de presión también figura en los guiones.

El desglose de la trama susurra que a los de Zinedine Zidane les convendrá conducir a los isleños hacia un tempo más templado. La posesión, atención después de perder el cuero, convicción en la idea jerárquica y la precisión en el pase constituirán, entonces, ingredientes básicos. Pero -aquí yace la riqueza en las variantes que ha llevado al Bernabéu tres de las últimas cuatro Ligas de Campeones en disputa-, esa situación pausada y controlada también arribaría si ceden metros y, con ello, relegan al tridente fulgurante ajeno a detectar cavidades entre líneas y bajo una reducción de espacios -paisaje más incómodo-. El técnico galo "se comerá el marrón" de calibrar en qué momentos gritar iniciativa y cuándo rehuirla.

Jürgen Klopp, por su parte, sería feliz si sus pupilos desbaratan el ritmo y empujan a la delegación madrileña a un cuerpeo de índole física. De ida y vuelta. En ese compás han tocado las melodías irrebatibles que noquearon a Pep Guardiola, para sorpresa de propios y extraños. Y sobre esas pautas aceleradas llevan al límite a cualquiera. Ojo, no sólo regala veneno este Liverpool saliendo desde la cueva como rayos, sino que es su estudiada red de presión la que les ha conllevado un buen número de recuperaciones adelantadas que, entre otras consecuencias, acomplejan al más pintado que pretenda sacar la redonda jugada desde su portero. Al fin, un colectivo ha superado en verticalidad y pegada al Madrid.

La entraña del ajedrez final subraya que aquel que sepa neutralizar mejor a su némesis vencerá. Saldrá victorioso, aunque a lo largo del minutaje los colosos se aboquen al frenesí. Porque en múltiples contextos un solo pase de Henderson, Milner, Modric o Kroos ha bastado para que Ronaldo, Mané, Firmino y Salah destrocen en un cuarto de hora al oponente. No obstante, los ingleses presumen de ser el bloque más goleador (40 dianas, por las 30 firmadas por los vigentes campeones). Y en sus filas están los jugadores ofensivos más productivos: Salah (10 goles), Firmino (10 tantos) y Mané (9 dianas) son los que persiguen el pichichi de Ronaldo (15 goles) y Milner y el delantero brasileño son los que más asistencias han dado de todos los equipos participantes (9 y 7 pases de gol, respectivamente).


Ese monto estadístico pone de relieve la obligación de guardar el equilibrio para un escuadrón madridista que no ha contemplado ese parámetro como una prioridad en este curso. Por eso, es pronosticable un viraje prudente hacia el 4-4-2 de Zidane, con Casemiro como ancla y Modric y Kroos esforzados en las coberturas exteriores. La inclusión de Bale (o Lucas Vázquez) iría en esta línea, con el fin de tapar la amenaza exterior roja y ayudar a Marcelo o a Carvajal (ante las felchas Salah y Manè). Isco, Asensio o Benzema, por el contrario, simbolizarían una apuesta más querente de protagonismo. Estas son las incógnitas que describirán cuál es la idea del galo para superar este resbaladizo escollo y elevar el estándar de excelencia en Concha Espina.

Ha querido el preparador guardarse la carta, como no puede ser de otro modo. Que Klopp deshiciera su 4-3-3 representaría un cataclismo, pero que Zizou eligiera incluso a Kovacic y un dibujo calcado, aceptando el desafío goleador, no sería interpretable como un movimiento extraño. Porque el otrora mediapunta exquisito ya ha tocado esa partitura riesgosa ante otros aristócratas durante su gobierno. 
Y es que cuenta con un ramillete más florido de peones en el banquillo si hubiera que trazar un volantazo para congelar o incendiar las revoluciones. La profundidad de nombres disponibles, y su morfología poliédrica, es el antídoto a la pujanza anatómica que enfrentará.

Las muescas en el currículo de Marcelo, Carvajal, Varane, Sergio Ramos y Keylor Navas fiscalizarán la preeminencia de la experiencia sobre la rebeldía de los jóvenes carrileros Alexander-Arnold y Robertson, de los zagueros Lovren y Van Dijk, y del meta Karius. Ninguno de estos últimos ha respirado la presión de una altura parecida. Y de estas dos líneas defensivas -desdobladas en atacantes por sus extremos y el balón parado- pende un par de dianas. Klopp ya ha señalado a la espalda del zurdo brasileño como el objetivo explítico a sangrar, pero su zaga le proporcionó un poderoso susto ante una Roma no especialmente frondosa en cuanto a puntería (la vuelta de semis les vió caer por 4-2 y acariciar la debacle).

Por último, se desenmarañará el verdadero estado de cocción de piezas como Emre Can, James Milner, Dani Carvajal e Isco, todos ellos recuperados para la causa a última hora; Salah dirimirá su escaño en el podio del Balón de Oro frentre a la voracidad de un Ronaldo que tiene a tiro su récord de goles en una edición de la Copa de Europa (está a dos dianas de los 17 anotados en 2014); y Klopp derramará sudor para eludir la sombra de entrenador perdedor de finales que le acucia (con la trascendental baja de Oxlade-Chamberlain) al tiempo que Zidane deberá negar los fantasmas de indolencia que han limitado su gestión en esta temporada para redondear su candidatura a que le esculpan una figura de mármol en Chamartín.

"Los jugadores del Real Madrid son de hielo". De esta sintética manera definió el preparador germano cómo ha sido posible que su contrincante haya pasado ronda tras ronda con el corazón en un puño. Y Zidane, que sorprendería si alinea a la BBC de inicio (no ha compartido ni un minuto en esta Champions), ha establecido el diagnóstico más aproximado a lo esperable: "El fútbol, para mí, es sencillo. Hay dos equipos y tienes que entender lo que te puede hacer daño, controlarlo y luego, cuando tienes el balón, intentar con tu filosofa de juego hacer daño. Hemos tenido momentos difíciles y en la final vamos a tener más. Intentaremos que sean mínimos, sufriendo sin balón y atacando, pero seguro que vamos a sufrir".

jueves, 24 de mayo de 2018

LA LISTA DE LOPETEGUI

El seleccionador español que ha renovado hasta 2020 ha dado a conocer los 23 jugadores que viajaran a Rusia para tratar de hacerse con la corona del fútbol mundial

Antonio Blanca

Julen Lopetegui dio a conocer la lista de 23 que defenderá la camiseta española en el próximo mundial de Rusia. Una convocatoria en la que destaca la inclusión de Iago Aspas tras su sobresaliente final de temporada, con 22 tantos en Liga, y la ausencia de Vitolo o, sobre todo, Álvaro Morata tras su decepcionante final de temporada, donde sólo marcó tres tantos en lo que va de año. El gran final de temporada tanto de Lucas Vázquez como de Marco Asensio ha provocado que Morata y Vitolo, partícipes durante toda la fase de clasificación, se hayan quedado fuera de la lista definitiva.

Finalmente, Nacho Monreal también se cuela en la lista dejando fuera a Marcos Alonso, que sonaba como posible seleccionado tras su última convocatoria. El seleccionador nacional ha optado de cara al próximo mundial incluir ocho defensas y prescindir de un delantero, algo que no se había producido en los últimos torneos internacionales de la Roja.

En el caso de Vitolo, el canario pagó su turbulento año. Primero, una cesión en Las Palmas marcado por las lesiones, y posteriormente la falta de continuidad en el Atlético de Madrid, donde no ha terminado de asentarse en el once de Simeone pese a las salidas en invierno de Gaitán y Carrasco.

La ausencia más notable es la de Álvaro Morata. El delantero español, muy del agrado de Lopetegui, ha pagado su mal final de curso, lastrado por las lesiones y el fichaje de Giroud en el Chelsea, que le restó minutos. El gran año de otros compañeros de posición, como Rodrigo y Aspas, con 16 y 22 goles respectivamente en el torneo liguero, también ha contribuido a que el exjugador del Real Madrid, se haya quedado fuera.

"¡Muchísima suerte en el Mundial! Desde ya estaré apoyando y animando hasta el final como siempre", señaló Morata en su perfil oficial de Twitter. El jugador del Chelsea era una de las principales dudas en la lista definitiva de Lopetegui, después de cuajar una gris temporada en el equipo 'blue' y quedar relegado a un segundo plano tras el buen rendimiento de Iago Aspas y Rodrigo Moreno.

Lopetegui justificó la ausencia de Morata en la lista en la difícil temporada del jugador del Chelsea. "Morata ha tenido una temporada compleja pero igualmente podía haber venido. Otros nos han convencido más en esa posición", defendió el seleccionador. "Son momentos difíciles, especialmente para el jugador que se queda fuera. Soy consciente de lo que significa quedarte fuera del Mundial pero aunque se ponga el foco en él, hay otro que entra. No ha sido agradable porque Álvaro merece estar aquí, ha hecho méritos, ha estado mucho tiempo conmigo, le conozco y le tengo una estima importante", añadió.

Porteros: De Gea (Manchester United), Kepa (Athletic), Reina (Nápoles).

Defensas: Carvajal, Sergio Ramos, Nacho (Real Madrid), Azpilicueta, Monreal (Arsenal), Jordi Alba, Piqué (FC Barcelona), Odriozola (Real Sociedad).

Medios: Isco, Asensio, Lucas Vázquez (Real Madrid), Busquets, Iniesta (FC Barcelona), Koke, Saúl (Atlético de Madrid), Thiago (Bayern de Múnich), Silva (Manchester City).

Delanteros: Diego Costa (Atlético), Rodrigo (Valencia) e Iago Aspas (Celta de Vigo)

miércoles, 23 de mayo de 2018

TEBAS SE OPONE AL MUNDIAL DE CLUBES

Jaime Trevijano

Esa hoja de ruta de la FIFA no es una estrategia más en su balance, pues cuenta con el respaldo de un consorcio liderado por Softbank que suma a inversores privados de China, Arabia Saudí y EEUU, que garantizan unos ingresos mínimos de 25.000 millones de dólares (21.220 millones de euros ). La participación de la FIFA sería del 51%.Esta propuesta ha polarizado a los clubes, ligas y federaciones de fútbol de todo el mundo. Entre los detractores, Tebas se suma a un elenco de opositores liderado por la UEFA, que gobierna el fútbol europeo y que recela de cualquier intento de competir con la Champions League, que genera miles de millones de ingresos a través de los derechos de retransmisión de partidos y de publicidad. Entre los defensores, se encuentran precisamente el Real Madrid y el FC Barcelona, que ahora chocan con Tebas. "Mi obligación es proteger la industria del fútbol en España y estos torneos dañarían la imagen de la liga de fútbol y la industria de este deporte aquí", aseguró el directivo en declaraciones a Financial Times, pues entiende que el plan de la FIFA aumentaría la brecha económica entre los clubes. "Ya les he advertido [al Madrid y al Barça] al respecto: esto será pan para hoy y hambre para mañana". ¿Sus motivos? "Creará una destrucción de la liga nacional". "Ya tenemos este problema en Europa, hay que afrontarlo y encontrar una solución porque un Mundial de clubes mayor lo empeorará aún más". Se refiere así a lo que, según considera, supondría una pérdida de atractivo para la competición. Entre otras cosas, por el menor negocio para las retransmisiones y, por extensión, para el sector de los patrocinadores.

Todo esto llega en un contexto en el que la FIFA, pilotada por Gianni Infantino, planea convocar una votación de las propuestas del organismo durante las próximas semanas para ver el apoyo a sus propuestas, si bien no se desvela ningún detalle de esta estrategia. Sólo se sabe que el próximo 10 de junio podría dar alguna pista sobre los apoyos a su plan. "Parece que estamos retrocediendo a los días de la antigua FIFA, donde las decisiones se tomaban en comités muy pequeños y sin transparencia y las personas afectadas no participaban", asegura Tebas. Lo que sí ha revelado la FIFA es que su hoja de ruta pasa por incluir al menos a doce equipos europeos, en una quiniela donde entrarían cuatro conjuntos españoles: el Atlético de Madrid y el Sevilla se sumarían al Madrid y al FC Barcelona. La FIFA aún no ha respondido a LaLiga española. Hace tres semanas, sí insistió en que los torneos reducirían la cantidad de partidos jugados cada año. Lo hizo después de que el World Leagues Forum -organismo que representa a ligas nacionales como la Premier League inglesa- advirtiera de que se opondría "firmemente" a cualquier propuesta que añadiese encuentros a un calendario congestionado.

¿Un Mundial sin España? Llega el Mundial de Rusia. Y con él, se recuerda la advertencia del pasado diciembre que supuso un gran enfrentamiento entre España y la FIFA. El organismo amenazó al país con dejarle fuera de la Copa del Mundo por las injerencias que, a juicio del máximo organismo del fútbol, protagonizaba el Gobierno para desbancar de la RFEF a Ángel María Villar. "No conozco los términos de la carta, pero no me lo creo, me parece una inocentada. Es imposible que una institución privada, como la FIFA, amenace a España cuando se está cumpliendo la ley y las normas", aseguró entonces Tebas. La amenaza, que en el sector se tomaba como parte del protocolo, nunca fue efectiva, como ha mostrado la realidad, con España como una de las favoritas a hacerse con el Mundial.

lunes, 21 de mayo de 2018

JORNADA DE DESPEDIDAS


Última jornada de la Liga 2017/2018 en la que con todo decidido sirvió para despedir a Andrés Iniesta y Fernando Torres del Barcelona y el Atlético de Madrid respectivamente


Antonio Blanca


La Liga 2017-18, que este domingo ha despedido a Andrés Iniesta, el genio español que ha sido uno de los artífices identitarios de la cosecha legendaria del Barcelona y de la selección española en el presente siglo, ha entregado la razón a Ernesto Valverde. El que fuera entrenador del Athletic aterrizó en el Camp Nou con dos imprevistos nocivos: la venta de Neymar al PSG y la goleada encajada en la Supercopa de España ante el Real Madrid. Pues bien, el preparador no entró en pánico y ante la tesitura de complicada respuesta en el mercado de fichajes ideó una vuelta de tuerca al estilo azulgrana que le depararía críticas y la reconquista del título liguero.

Ante la ausencia de desborde -la incorporación de Dembelè quedó en suspenso con la grave lesión que le sacó de circulación-, el Txingurri deshizo el tridente y pasó a conformar un 4-4-2 que inmediatamente cimentó un equilibrio mayor en fase defensiva. Entre sus logros resplandece la recuperación paa la causa de las mejores versiones de Rakitic -interior llegador o suplente de Busquets- y de Jordi Alba -puñal y herramienta de desatasco desde el carril izquierdo-. Sobre ellos, y en torno a las actuaciones hiperbólicas de Lionel Messi (Bota de Oro con 34 goles y máximo asistente con 12 pases de gol) y de Ter Stegen. Estos dos nombres resolvieron un buen puñado de puntos en el nuevo discurrir más industrial del Barça.

Con Paulinho jugando más minutos que Denis Suárez -declaración de intenciones-, el líder se destacó con rapidez en el dibujo de un recorrido que casi les conlleva el curso perfecto -sólo una derrota ha padecido, la sufrida ante el Levante en la penúltima jornada-. La regularidad del bloque más consistente que brillante, más rocoso que colorido, fue, simplemente irrebatible. En la tercera jornada escaló a la cima clasificatoria y ya no la abandonaría. Su tarjeta estadística es elocuente: 93 puntos, 99 goles anotados, 15 dianas concedidas menos que el eterno rival, la portería dejada a cero en 18 partidos y la plusmarca de partidos ligueros consecutivos sin perder.

En su viaje trabajoso -aliñado por la implicación de todos y el hambre de los nuevos, como Coutinho- conquistaron templos como el Bernabéu, San Mamés, Anoeta, el Benito Villamarín o el Estadio de la Cerámica y arrancaron tablas valiosas en el Wanda, en Balaídos, en Mestalla y en el Pizjuán. El récord de duelos ganados por más de dos goles (sólo 9 veces se dio ese margen y en 24 partidos dos o menos dianas) desnuda el triunfo de la preponderancia de la táctica y el sudor sobre cualquier otro parámetro. El uso del contragolpe y del balón parado, sin complejos, se uniformó como cimiento de la inercia. Su jerarquía y competitividad dejaron en la estacada a sus perseguidores y les proporcionó su trofeo liguero número 25 con cuatro jornadas por jugarse.

Este contexto de superioridad sin enmiendas aconteció, en parte, por la endeblez mental del Real Madrid. Los merengues, que partían como defensores del título, se estrellaron con rapidez al convertir sus duelos en Chamartín en suplicios. La sanción y posterior baja forma de Ronaldo (acabó con 25 goles), la sequía de Benzema (10 asistencias) y los descuidos en el repliegue y los apagones en la concentración les costó a los madridistas una sangría de puntos irreversible. En la jornada quinta viajaban en la octava plaza y jamás subiría del tercer escaño. El rendimiento racheado se volvió rutina y su descalabro fue prematuro. Con celeridad se vieron a más de 20 puntos del puntero y en 2018 se enfocarían en la Champions League, amontonando sonrojos caseros (tres derrotas y cuatro empates).

La indolencia sistemática de la plantilla que venía de festejar un doblete (Liga y Copa de Europa) fue amortizada por el Atlético y casi por el Valencia. Los colchoneros zanjaron el calendario en el subcampeonato, con el Zamora para Oblak (20 goles encajados, cifra de rango continental) y la sensación de haber regalado un par de meses en el arranque de la carrera. Griezmann (19 goles) tardó en entrar en temperatura y con él todo el sistema de ayudas. Pero aguantaron la presión con solvencia (y Diego Costa) desde la jornada 15. Con el físico repuntando desde enero, sus vecinos no les pasarían en la despedida de Fernando Torres.


Los levantinos, por otro lado, acabaron cerrando la frontera de la Liga de Campeones en un ejercicio en el que fueron de más a menos. No obstante, los de Marcelino reclamaron y defendieron el estatus de principal perseguidor de los azulgrana hasta la fecha 15. Con Guedes (9 asistencias) y Rodrigo como puntas de lanza, el dibujo gobernado por Parejo y Kondogbia ganó la partida a Villarreal y Sevilla a pesar de haber perdido pie en la lucha con los tres colosos. Mestalla concluyó satisfecha por el gris gen guerrero que evidenciaron sus jugadores a lo largo y ancho del torneo. El regreso a la Champions se subrayó como más que merecido.

Por detrás se descerrajó una batalla prolongada y asfixiante por apropiarse de los escaños quinto, sexto y séptimo. En ella entraron y salieron clubes que en principio no estaban llamados a rodar tan fuerte. Este fue el caso del Getafe -quedó a tres puntos de ese pomposo objetivo-, el Girona -impulsado por un Stuani más venenoso que nunca- o el Eibar -que pasó de estar con al agua al cuello a atisbar el cielo a través de un acueducto de intensidad y convicción-. Todos ellos no llegarían a la orilla, aunque paladearon el sueño alejado de los pronósticos durante muchas semanas.

Precisamente la entidad que acabó navegando hacia el puerto correcto fue un Betis que voló por debajo del radar hasta que en la trigésima jornada apareció en la sexta posición. Setién firmó su opera magna al convencer a su desenfadado y talentoso vestuario de la posibilidad de asaltar lo insospechado desde un libreto divertido de jugar y de ver. En la retina de los verdiblancos queda, amén de la sexta plaza, el 3-5 asestado al Pizjuán. Aquella noche se atestiguó el valor de la continuidad y lo erosivo de la urgencia. Porque los hispalenses, que tuvieron al pilar N`Zonzi apartado durante meses, estuvieron dirigidos por tres técnicos (Berizzo, Montella y Caparrós) para acabar arañando el acceso a la Europa League. In extremis.

El Villarreal de Calleja (sustituto de Escrivá tras la goleada padecida en Getafe, en septiembre), disparado por la dupla Trigueros-Rodri, fue el colectivo más regular en esos peldaños, ya que desde la jornada novena no se bajarían del tren europeo. A pesar de haber vendido en el mercado invernal a Bakambú, su máximo goleador, a China. El Submarino lució la vehemencia en sus aptitudes de la que adolecieron Real Sociedad, Athletic y Celta, tres conjuntos llamados a acabar más arriba. Los Txuri-Urdin no despertaron a tiempo (en la jornada 3 eran primeros y en la decimonovena transitaban el escaño decimoquinto) y despidieron a Eusebio; los leones no elevaron a la categoría de fortín a San Mamés y la gestión de Ziganda cultivó las dudas suficientes para que su mandato caducara en un año (son decimosextos); y los de Balaídos sufrieron una fuga de fuelle que les apeó de cualquier aspiración. Eso sí, Iago Aspas (mejor goleador español con 20 tantos) gritó un billete para el Mundial ruso. Unzué tampoco seguirá.

En tierra de nadie yacen, desde hace meses, un ramillete de equipos que o se desinflaron tras un comienzo prometedor o salieron de la quema y les bastó. A la primera dinámica obedecen Espanyol y Leganés, mientras que la segunda es jurisdiccón del Alavès. Los pericos llegaron a ser décimos antes del ecuador del campeonato, pero ni la explosión de Gerard Moreno salvó a Quique Flores. El técnico fue destituido ante la flagrande voluntad de dejarse ir de sus jugadores, toda vez que aseguraron al salvación. Lo mismo aconteció en el sistema pepinero, que pasó de la esperanza continental -fueron quintos en la novena fecha- al desierto en ocho jornadas (cobrándose a Garitano). Y los vitorianos tuvieron que recurrir a Abelardo (tras pasar por Zubeldia y De Biasi) para creer que era posible seguir en Primera. El asturiano les sacó del farolillo rojo (jornada 13) para finalizar en una lucida decimocuarta posición.

Por último, la guerra de guerrillas por la permanencia perduró en el tiempo pero desembocó en un ajedrez entre tres equipos. El Málaga, que aguantó a Míchel hasta quemarle, sólo estuvo fuera del descenso en las tres primeras jornadas (fue colista desde la vigésima), un bagaje del todo inesperado para el jeque Al-Thani. Con los malagueños desahuciados, Las Palmas, Deportivo y Levante jugaron a la ruleta rusa. Sólo un respingo postrero de los granotas (coincidente con la llegada de Paco López en sustitución de Muñiz, concatenaron victorias para acabar decimoquintos) aclaró el escenario. Los canarios (que tuvieron a Márquez, Ayestarán y Jémez, y vendieron Viera, su mejor jugador, en invierno) sólo ganaron cinco partidos en 9 meses, uno menos que los coruñeses. Los deportivistas fueron los últimos en bajar. Los cambios de preparadores (Pepe Mel, Cristóbal y Seedorf) no eludieron una debacle anunciada por la falta de fortaleza psicológica, el mal que aquejó a los tres candidatos al ascenso a partir del próximo agosto.

viernes, 18 de mayo de 2018

EL CAMBIO MÁS NECESARIO

José Antonio Moya

Luis Manuel Rubiales se convirtió este jueves en presidente de la Federación Española de Fútbol (RFEF) al obtener mayoría absoluta en la primera votación de la Asamblea General, en la que se impuso al otro candidato, Juan Luis Larrea. Ochenta votos para Rubiales, 56 para Larrea y un único voto en blanco refrendaron la confianza de la Asamblea en el expresidente de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), cargo que abandonó el pasado noviembre para optar a convertirse en el máximo responsable federativo,

Rubiales (Las Palmas, 1977) relevará a Ángel María Villar como presidente de la Federación que éste dirigía desde julio de 1988 y completará el mandato que éste inició el 22 de mayo del año pasado y que terminará en el año 2020.

La votación, en el salón Luis Aragonés de la Ciudad del Fútbol, se prolongó durante dos horas y los únicos asambleístas que no acudieron fueron los futbolistas Iago Aspas y Pedro León. El escrutinio duró unos 25 minutos.

En mitad del aplauso de los asambleístas, Rubiales estrechó la mano de Juan Luis Larrea antes de dirigirse a la sala para agradecer el respaldo recibido una vez proclamado presidente.

La RFEF convocó elecciones a la presidencia el pasado 16 de marzo después de la destitución de Ángel María Villar por el Tribunal Administrativo del Deporte (TAD) al haber incumplido la normativa en los últimos comicios en los que había sido elegido para un octavo mandato consecutivo, el 22 de mayo de 2017.

El nuevo presidente dijo que va a haber "una Federación para todos", independientemente de a quien hayan votado: "Tengo que dar gracias a todos los estamentos del fútbol, clubes, futbolistas, entrenadores, árbitros, presidente territoriales, gracias. Independientemente de que hayáis pensado que mi opción era a mejor o la de Juan Luis, todo tendréis lugar. Voy a hacer una federación para todos, en la que todos tengan cabida".

Rubiales se dirigió a la Asamblea General después de una votación de dos horas y cuarto, un escrutinio de casi media hora con solo un voto en blanco, antes de tomar la palabra saludó a Larrea con un apretón de manos. "Tomo posesión como presidente y lo hago con mucha emoción, con responsabilidad, sobre todo con el afán de devolver la confianza que el fútbol español me brinda y para ello tengo que dar las gracias a mucha gente", señaló el nuevo presidente de la Federación

El nuevo presidente de la RFEF felicitó al Atlético de Madrid, ganador este miércoles de la Liga Europa, y dijo que los clubes y la selección son "los espejos en los que el mundo se mira", y sus éxitos tienen que "trasladarse no solo al mundo deportivo". "Tenemos que hacer una federación líder en transparencia, darle mucho más al fútbol modesto, y este es un compromiso desde el principio", añadió Rubiales, que hizo referencia a los "kilómetros" que ha realizado para recabar apoyos, en los que ha conocido "mucha gente de fútbol que se ha sumado y ha conseguido que éste sea un proyecto mejor, más plural".

"Mi compromiso es darlo todo por esta federación, hacer un fútbol, mejor, la mujer en el fútbol es fundamental, el fútbol sala, el fútbol playa", prometió.

Rubiales también aseguró que dará "todo para alcanzar el diálogo con las instituciones del fútbol nacional e internacional", que todas las instituciones "participen", que todos se encuentren "cómodos desde la convivencia, el respeto y la lealtad". "Han sido miles de kilómetros y un camino largo, pero también muy motivador, evocador, hemos conseguido entre todos dar un paso tremendo hasta el futuro", señaló.

El nuevo presidente de la Federación señaló que espera crear una organización "moderna" que consiga "muchos más ingresos para las bases y el fútbol modesto" y sea "líder en transparencia" y que también aproveche "las cosas buenas" de las etapas anteriores.

Aseguró que tanto los clubes como el Consejo Superior de Deportes (CSD) y el Comité Olímpico Español (COE) tendrán en él "un leal colaborador" y también se dirigió brevemente en inglés a los organismos internacionales, la UEFA y la FIFA, que tenían algunos representantes en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas (Madrid). "Me gustaría que transmitierais a vuestros presidentes que trabajaré hombro con hombro en el compromiso de construir el mejor fútbol que podamos imaginar y con mi compromiso de lealtad y respeto", aseguró en inglés Luis Rubiales.

El nuevo presidente de la RFEF calificó esta elección como "un paso adelante" pero pidió ser "ambiciosos y respetuosos". "Tenemos que darlo todo, como cuando salimos al campo, ¿verdad? Vamos a conseguir una federación líder, con humildad y respeto, pero nadie nos va a ganar a trabajo. Os lo he dicho y lo repito: el cambio es imparable", finalizó Luis Rubiales tras ser elegido como nuevo presidente de la Federación Española de Fútbol.

jueves, 17 de mayo de 2018

UN PASTEL SIN GUINDA

Desde el año 2010 el conjunto otrora de la ribera del Manzanares ha vuelto a paladear las mieles del triunfo, faltándole la ansiada por tres veces perdida Copa de Europa

Antonio Blanca

El Atlético fue el “pupas”, el del refrán al que “a perro flaco todo son pulgas”, el que se llevaba siempre las calabazas en los flirteos, el que siempre vivía en el alambre, el que había bajado a Segunda con un buen equipo, el que caía simpático pero no atemorizaba, el que (más allá del doblete) naufragaba año tras año. Sí, ese era el Atlético, pasado del verbo ser. En el año 2010 cambiaron las tornas. A partir de entonces, primero con Quique Sánchez Flores en el banquillo y después con Simeone (periplo de Gregorio Manzano mediante), el conjunto rojiblanco ha conseguido desterrar todos esos tópicos. Ahora, “gana, gana y gana”, como pregonaba Luis Aragonés, gana en la Liga Europa, en la Champions League compite, la roza con la yema de los dedos por dos veces, pero se les esfuma, esa guinda del pastel para redondear su historia, para dar el salto de calidad definitivo.

Esa época prodigiosa la comenzó Quique Sánchez. Con él, el Atlético ganó su primera Europa League en el año 2010. Después, vino Gregorio Manzano y, tras un mal inicio de temporada, apareció Simeone como remiendo. El club apostó por el “Cholo” y le salió bien ya que acabó el curso ganando la Europa League con dos goles de Falcao y otro de Diego contra el Athletic de Marcelo Bielsa. “Entonces se empezó a gestar algo importante”, reconoció el argentino en la rueda de prensa previa al partido contra el Olympique. El tiempo dicta que así fue.

Después, llegó una Copa del Rey (nada más y nada menos que contra el Madrid en el Santiago Bernabéu), dos Supercopas de Europa, una Liga (en el Camp Nou) y esta última Europa League. Esa es la cosecha. ¿La pena para el Atleti? Las dos finales de Copa de Europa perdidas contra el Real Madrid en Lisboa (con un gol en el minuto 93 de Sergio Ramos que forzó la prórroga) y en Milán (con una pena máxima fallada por Juanfran y el gol posterior de Ronaldo en la tanda de penaltis).

Este es el balance y el palmarés. Por eso, Simeone es “sagrado”. Se puede compartir su estilo, sus maneras, sus formas o su juego. Puede caer peor o mejor. Es posible, incluso, que alguien, durante estos años, se haya visto en la tentación de pedir su cese. Pero, definitivamente, y temporada tras temporada, el “Cholo” ha vuelto (con títulos o sin ellos, también con una millonaria inversión) a salir por la puerta grande del Calderón. Ahora, lo seguirá haciendo en el Metropolitano.

Simeone tiene un año más de contrato con el Atlético de Madrid. Es decir, si no renueva, terminará su etapa como entrenador la próxima temporada, cuando se disputa la final de la Champions League en el coliseo rojiblanco. Ese es su objetivo, tratar de levantar el título maldito en casa. Por eso se queda. Por eso, esta Europa League no debería ser el cierre a una década prodigiosa, sino el último estertor de un futuro aún más halagüeño a corto plazo, porque todo sea dicho, el Atlético de Madrid no debe ser un club de un torneo grande pero menor, el Atleti ha de ser de Champions.

TROFEO MENOR PARA UN EQUIPO MAYOR

Julio Candela


El Parc OL acogió este miércoles la final de la Europa League. La decimotercera cita por el oro continental del Atlético de Madrid y la segunda del Olympique de Marsella. Un evento que no quisieron perderse el Rey Felipe VI, Íñigo Méndez de Vigo -ministro de Educación, Cultura y Deporte-, José Ramón Lete -presidente del Consejo Superior de Deportes- y la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena. Esa delegación de representantes públicos viajó con la intención de saborear el quinto título europeo colchonero en la presente década (ganó dos Europa Leagues y un par de Supercopas en 2010 y 2012), sabedores del mandato español desde 2014 (Real Madrid, Barcelona y Sevilla han alzado todos los trofeos en disputa salvo la pasada edición de la antigua UEFA, que levantó el United de Mourinho).

El ausente Diego Pablo Simeone apostó por el once reconocible, entregando la alternativa a Correa. El argentino entró por el descarte Vitolo, y su papel sería el de unir a la consistente medular (Koke, Gabi y Saúl) con Griezmann y Diego Costa. Vrsaljko, Giménez y Lucas dejaron en el banquillo a los mermados Juanfran, Filipe y Savic. Y Oblak y Godín (único superviviente en estos 10 años de renacer capitalino) completaban el aspecto de la mejor defensa del Viejo Continente. Y Rudi Garcia no hizo probaturas: suplió al tocado Rolando retrasando a Luiz Gustavo al puesto de zaguero, con Zambo Anguissa como ancla de un centro del campo repleto de creativos y flechas. Payet -máximo asistente del torneo-, Thauvin y Lucas Ocampos serían los elementos a vigilar.

El duelo subió el telón con la confrontación de estilos similares prevista. Los dos escuadrones se manejan con comodidad desde el empuje táctico y energético, mejor en vuelo que en estático, y resultaron los franceses más intensos y ambiciosos. En el tramo inicial de respeto mutuo y reducción de riesgos mandó más un Olympique que obligó a los atléticos a ceder metros. Con la pelota, y presionando a cancha completa sin ella, los galos tomarían las riendas del envite. Y su empeño valeroso les llevó a avisar en el cuarto minuto.

Con el césped albergando un tenso ajedrez, L`OM cazó una transición que detectó el desequilibrio visitante. Payet inauguró la contra que condujo Thauvin para que el mediapunta internacional asistiera al delantero Germain. Pero el punta lanzaría muy desviado ante la urgida salida de Oblak. El relámpago afianzaría el control marsellés del agitado tempo. Se replegó un conjunto madrileño que se negó a arriesgar con balón y acumuló pelotazos en la salida del juego. No le importó, pues se dispuso a neutralizar el pretendido vendaval ajeno. Rami remataría fuera un rechace al saque de esquina del sexto minuto.

Tardarían los ajustes rojiblancos en clausurar el juego entre líneas contrincante y en el entretanto los carrileros locales se añadieron al mediocampo del Olympique. El lateral diestro, Bouna Sarr, abrió sus insistentes llegadas con un disparo demasiado cruzado desde el pico del área -minuto 12-. La circulación en territorio colchonero se tornó perenne. Y es que en el prólogo de la final no alcanzó el Atlético más que a filtrar una jugada de estrategia finalizada con volea fuera de tino por Koke -minuto 15-. Y en el 19 Payet descerrajó un tímido derechazo que estrenó los guantes de Oblak. Pero constituyó esta aproximación la última nítida de los franceses antes del descanso.

Se cruzó la frontera del minuto 20 con un sistema del Cholo mejor plantado en cuanto a la ocupación de espacios. Ya amontonaba pases y presiones racheadas el dibujo español cuando el arquero Mandanda sacó en corto y Zambo Anguissa falló un control temerario. La emboscada atlética cultivó el error y recogió el 0-1. Gabi tradujo la recuperación en asistencia al primer toque y Griezmann resolvió el cara a cara, rebosante de clase -minuto 21-. El acostumbrado zarpazo eficaz del ideario de Simeone sobrevino en el momento clave. Porque con el marcador en contra Payet no aguantó más las molestias y pidió el cambio. El cerebro marsellés jugó con la anatomía forzada y fue suplido por el interior creativo Maxime Lopez -minuto 30-. Se iría al banquillo, entre lágrimas, después de tocar el trofeo -en un acto romántico de despedida-.

Los pupilos de Rudi García, como el Arsenal en el Wanda, flaquearon en la vehemencia dominadora tras el golpe y antes del camino a vestuarios únicamente fabricarían un cabezazo inocuo de Ocampos -en la guinda de una falta lateral-. Godín, con un testarazo a las nubes -minuto 39- dio carpetazo a la producción atacante antes de que los futbolistas se encerraran en los camarines para repensar la estrategia o mantenerla. El 61% de la posesión fue francés, pero la estadística reflejó un empate a uno en chuts entre palos. El guión arquetípico de los rojiblancos -elección confiada de los bretes en los que achicar y en los que mandar- acabó imponiéndose a la iniciativa gala.

Juanfran entró por el amonestado Vrsaljko, en una argucia por cubrirse la espalda. Mas, lo que degustaría el cuerpo técnico visitante fue la explosión autoriaria del Atlético. Alzó las revoluciones en ambas fases, abortando el respingo francés y granjeándose pasillos de avance por doquier. El cuarto clasificado de la Ligue 1 se desorganizó en pos de la búsqueda de las tablas y desnudó su inferioridad mental competitiva. Correa avisó con un movimiento maravilloso en el área y sin remate -minuto 48- y en el 50 se detonó la sentencia. Ganó Saúl un balón suelto en el ecuador del campo y Koke -clarividente- aceleró con un pase lúcido que rimó con el desmarque de Griezmann. El delantero hizo el 0-2 con una vaselina sutil. Rubricando su preponderancia sobre el resto.

Como en tantas ocasiones, el cuadro colchonero se desató al oler sangre. Godín se anticiparía al saque de córner de Griezmann -comprometido como nunca- y remataría fuera, de inmediato. García movió a sus peones (Ocampos, apagado, fuera) y dio la alternativa al fulgurante Clinton Njie, pero el timón ya no le pertenecía. Entonces, el segundo de LaLiga fue a por la diana de la tranquilidad. Acomplejó a los franceses subiendo su presión y gritando más posesión. Y L`OM, con su afamada y ardorosa tribuna callada, se aferró a la brega y la dureza para enmendar la comodidad española.

No cerró el triunfo con pelota y congelando el compás el club en ventaja, hecho que permitió crecer la influencia de Maxime Lopez. La perla de 20 años generaría un oasis ofensivo marsellés: puso un centro vertical que quedó blando tras el cuerpeo entre Germain y el infranqueable Godín. Sanson dirigió hacia el cielo la bien defendida segunda jugada -una de las vetas favoritas de los galos-. Pero la placidez del favorito no se alteraría. El cambio de Mitroglou por Germain no pasaría de lo anecdótico -cabezazo aislado al poste- en el decantar afeado del juego por la impotencia local.

Cumplieron con ortodoxia los atléticos el abc de su filosofía para dar la razón a las casas de apuestas y alzar el sexto entorchado continental de su historia. El fútbol de Francia suma su duodécima final europea perdida (sólo ha ganado dos: la Copa de Europa de los marselleses en el 93 y la Recopa del PSG en el 96) con toda justicia. No dispusieron de soluciones los de Rudi García -Oblak saldría de la somnolencia ante el intento de Amavi- y Thomas y Fernando Torres -por Correa y Griezmann, MVP- participarían del cierre templado y previo a la celebración. El cuarto mejor ataque del campeonato se heló ante la emblemática fortaleza madrileña y Gabi autografió la apoteósis con el 0-3 que no pudieron empañar los ultras locales. Neptuno vuelve a engalanarse.

miércoles, 16 de mayo de 2018

A POR LA RECOMPENSA MENOR

Julio Candela


El Atlético de Madrid regresa este miércoles a un escenario bien conocido: la final de la Liga Europa. Un torneo que ahora queda como consuelo de una temporada de altibajos pero que puede concluir en gloria. Una competición que en 2010 y en 2012 disparó la senda de triunfos rojiblancas. Una que empezó Quique Sánchez Flores y que continuó Diego Simeone fundando la etapa más gloriosa del Atlético.

El Marsella será el rival que se sitúa antes del posible sexto título del técnico argentino, que contará con el hándicap de presenciar la cita de Lyon desde la grada debido a la sanción recibida en el partido de ida de semifinales contra el Arsenal.

"Este equipo, por carácter, personalidad y para seguir creciendo, necesita volver a ganar", expresó Gabi Fernández, el capitán del Atlético, la pasada semana, cuando su equipo ya enfocaba el duelo de este jueves, en el que el Simeone prevé recuperar a Vitolo y, por extensión, disponer de todos sus efectivos después de 40 encuentros.

Vencedor de tres de sus últimos cuatro partidos, los tres sin goles en contra, pero también ganador sólo de cuatro de sus diez choques más recientes, Simeone ha ultimado ya cada detalle del encuentro, lo ha preparado desde la pasada semana y ha trazado su idea de una alineación inicial en la que hay tres incógnitas.

Dos en los laterales, con Sime Vrsaljko y Lucas Hernández en ventaja, en principio, en el esprint por el once inicial sobre Juanfran Torres y Filipe Luis, los dos titulares el pasado domingo en la victoria en Getafe (0-1), y uno en el centro del campo, entre Ángel Correa, Thomas Partey y Vitolo; tres opciones para un puesto.

Las otras ocho posiciones del equipo inicial están definidas salvo sorpresa: el portero Jan Oblak; los centrales José María Giménez y Diego Godín; los centrocampistas Saúl Ñíguez, Gabi Fernández y Koke Resurrección; y los delanteros Antoine Griezmann y Diego Costa, que han marcado juntos en el equipo ya 19 goles.

Una final especial para Griezmann
El internacional francés, a 70 kilómetros de su casa, en la ciudad donde acudía a ver al Olympique de Lyon cuando era un niño, está ante 'su' final. Ha marcado veinte goles en los últimos 23 partidos, es el líder ofensivo del Atlético y el foco apunta a él, más aún tras unos días marcados por su posible marcha al Barcelona.

Es la final de Griezmann, que aspira a su primer éxito a nivel continental, pero también de Jan Oblak, derrotado en los penaltis en sus dos partidos definitivos precedentes por un título europeo; de Fernando Torres, en la última oportunidad de cumplir el sueño que tiene de niño, el conquistar un trofeo con el equipo de su vida, y que empezará como suplente; de Gabi, de Godín, de Koke, de Saúl...

Y de la afición del Atlético. Habrá más de 10.000 seguidores rojiblancos en las gradas del Parc OL, con capacidad para 59.000, desplazados a la ciudad francesa en doce vueltos chárter, 38 autobuses, un millar de coches y diferentes vuelos regulares tanto a Lyon como a otras ciudades como París, Ginebra o Grenoble.

"El Marsella es un equipo peligroso en toda su faceta ofensiva, que incluye la pelota parada. Pueden hacerlo con pierna cambiada, tienen laterales que, juegue quien juegue, son verticales y ofensivos, y tienen gente en el medio que son jóvenes, sobre todo el chico López, que lo hace muy bien", adviirtió Simeone de su adversario.

También enfocó "al ritmo que imponga" Dmitri Payet "a la velocidad de su cabeza" y "al juego que salga de sus pies". "Es un equipo que está bien preparado, que tiene un entrenador que donde ha estado lo ha hecho muy bien y generará un partido intenso que tendremos que llevar al lugar donde nos sintamos mejor", señaló.

El Marsella, a la espere de emular la gloria de antaño
Enfrente, el Olympique de Marsella llega al momento cumbre de su temporada con la ilusión por las nubes. Es su quinta final 25 años después de haber ganado la Liga de Campeones, el único título europeo que luce en sus vitrinas y que su hinchada restriega ante sus rivales desde entonces dado que es el único club francés que cuenta con él.

Una final que el conjunto marsellés debería afrontar sin presión al no imaginarse que alcanzaría semejantes cotas de la competición a principios de la temporada. Sin embargo se juega mucho en este partido puesto que no tiene asegurada la clasificación para la próxima Liga de Campeones.

Además, en la liga francesa no depende de sí mismo. A falta de un partido es cuarto en la tabla, a un punto del tercero, el Olympique de Lyon, y tres del segundo, el Mónaco. Rudi García, su técnico, cuenta con toda la plantilla a su disposición. Los únicos en entrenarse ayer por separado por precaución fueron Dimitri Payet, Rolando y Kostas Mitroglou.

Payet parece totalmente recuperado de los dolores en un muslo que le dejaron fuera del partido del pasado viernes ante el Guingamp (3-3), pero por si acaso el club le mantiene entre algodones.

El único jugador que llega mermado físicamente, un poco justo quizás para jugar todo el partido, es Rolando. El central portugués, artífice del gol que clasificó al equipo para la final, arrastra una tendinitis en un talón de aquiles y molestias en un gemelo.

En su lugar, el técnico francés podría colocar a Luiz Gustavo tal y como ha venido haciendo en los últimos partidos de la Liga Europa. El brasileño, habitualmente titular como centrocampista defensivo, retrasará ahora su posición al centro de la zaga junto a Adil Rami.

En los laterales, García podrá contar con Sakai en la derecha, ausente por lesión durante las semifinales, y Amavi en la izquierda. En la zona de contención, el entrenador francés podría situar junto a Sanson a Anguissa, un jugador con mayor impacto físico que Maxime López, por ejemplo.

Y en ataque no hay dudas, el trío que forman Thauvin, Payet y Ocampos animará el juego ofensivo, mientras que, en punta, el técnico francés podría optar por Valère Germain, más versátil que Kostas Mitroglou, a quien suele lanzar en los minutos finales cuando toca remontar.