Julio Candela
El Atlético de Madrid
regresa este miércoles a un escenario bien conocido: la final de la Liga Europa.
Un torneo que ahora queda como consuelo de una temporada de altibajos pero que
puede concluir en gloria. Una competición que en 2010 y en 2012 disparó la
senda de triunfos rojiblancas. Una que empezó Quique Sánchez Flores y que
continuó Diego Simeone fundando la etapa más gloriosa del Atlético.
El Marsella será el rival que se sitúa antes del posible
sexto título del técnico argentino, que contará con el hándicap de presenciar
la cita de Lyon desde la grada debido a la sanción recibida en el partido de
ida de semifinales contra el Arsenal.
"Este equipo, por carácter, personalidad y para
seguir creciendo, necesita volver a ganar", expresó Gabi Fernández, el
capitán del Atlético, la pasada semana, cuando su equipo ya enfocaba el duelo
de este jueves, en el que el Simeone prevé recuperar a Vitolo y, por extensión,
disponer de todos sus efectivos después de 40 encuentros.
Vencedor de tres de sus últimos cuatro partidos, los tres
sin goles en contra, pero también ganador sólo de cuatro de sus diez choques
más recientes, Simeone ha ultimado ya cada detalle del encuentro, lo ha
preparado desde la pasada semana y ha trazado su idea de una alineación inicial
en la que hay tres incógnitas.
Dos en los laterales, con Sime Vrsaljko y Lucas Hernández
en ventaja, en principio, en el esprint por el once inicial sobre Juanfran
Torres y Filipe Luis, los dos titulares el pasado domingo en la victoria en
Getafe (0-1), y uno en el centro del campo, entre Ángel Correa, Thomas Partey y
Vitolo; tres opciones para un puesto.
Las otras ocho posiciones del equipo inicial están
definidas salvo sorpresa: el portero Jan Oblak; los centrales José María
Giménez y Diego Godín; los centrocampistas Saúl Ñíguez, Gabi Fernández y Koke
Resurrección; y los delanteros Antoine Griezmann y Diego Costa, que han marcado
juntos en el equipo ya 19 goles.
Una final especial para Griezmann
El internacional francés, a 70 kilómetros de su casa, en
la ciudad donde acudía a ver al Olympique de Lyon cuando era un niño, está ante
'su' final. Ha marcado veinte goles en los últimos 23 partidos, es el líder
ofensivo del Atlético y el foco apunta a él, más aún tras unos días marcados
por su posible marcha al Barcelona.
Es la final de Griezmann, que aspira a su primer éxito a
nivel continental, pero también de Jan Oblak, derrotado en los penaltis en sus
dos partidos definitivos precedentes por un título europeo; de Fernando Torres,
en la última oportunidad de cumplir el sueño que tiene de niño, el conquistar
un trofeo con el equipo de su vida, y que empezará como suplente; de Gabi, de
Godín, de Koke, de Saúl...
Y de la afición del Atlético. Habrá más de 10.000
seguidores rojiblancos en las gradas del Parc OL, con capacidad para 59.000,
desplazados a la ciudad francesa en doce vueltos chárter, 38 autobuses, un
millar de coches y diferentes vuelos regulares tanto a Lyon como a otras
ciudades como París, Ginebra o Grenoble.
"El Marsella es un equipo peligroso en toda su
faceta ofensiva, que incluye la pelota parada. Pueden hacerlo con pierna
cambiada, tienen laterales que, juegue quien juegue, son verticales y ofensivos,
y tienen gente en el medio que son jóvenes, sobre todo el chico López, que lo
hace muy bien", adviirtió Simeone de su adversario.
También enfocó "al ritmo que imponga" Dmitri
Payet "a la velocidad de su cabeza" y "al juego que salga de sus
pies". "Es un equipo que está bien preparado, que tiene un entrenador
que donde ha estado lo ha hecho muy bien y generará un partido intenso que
tendremos que llevar al lugar donde nos sintamos mejor", señaló.
El Marsella, a la espere de emular la gloria de antaño
Enfrente, el Olympique de Marsella llega al momento
cumbre de su temporada con la ilusión por las nubes. Es su quinta final 25 años
después de haber ganado la Liga de Campeones, el único título europeo que luce
en sus vitrinas y que su hinchada restriega ante sus rivales desde entonces
dado que es el único club francés que cuenta con él.
Una final que el conjunto marsellés debería afrontar sin
presión al no imaginarse que alcanzaría semejantes cotas de la competición a
principios de la temporada. Sin embargo se juega mucho en este partido puesto
que no tiene asegurada la clasificación para la próxima Liga de Campeones.
Además, en la liga francesa no depende de sí mismo. A
falta de un partido es cuarto en la tabla, a un punto del tercero, el Olympique
de Lyon, y tres del segundo, el Mónaco. Rudi García, su técnico, cuenta con
toda la plantilla a su disposición. Los únicos en entrenarse ayer por separado
por precaución fueron Dimitri Payet, Rolando y Kostas Mitroglou.
Payet parece totalmente recuperado de los dolores en un
muslo que le dejaron fuera del partido del pasado viernes ante el Guingamp
(3-3), pero por si acaso el club le mantiene entre algodones.
El único jugador que llega mermado físicamente, un poco
justo quizás para jugar todo el partido, es Rolando. El central portugués,
artífice del gol que clasificó al equipo para la final, arrastra una tendinitis
en un talón de aquiles y molestias en un gemelo.
En su lugar, el técnico francés podría colocar a Luiz
Gustavo tal y como ha venido haciendo en los últimos partidos de la Liga
Europa. El brasileño, habitualmente titular como centrocampista defensivo,
retrasará ahora su posición al centro de la zaga junto a Adil Rami.
En los laterales, García podrá contar con Sakai en la
derecha, ausente por lesión durante las semifinales, y Amavi en la izquierda.
En la zona de contención, el entrenador francés podría situar junto a Sanson a
Anguissa, un jugador con mayor impacto físico que Maxime López, por ejemplo.
Y en ataque no hay dudas, el trío que forman Thauvin,
Payet y Ocampos animará el juego ofensivo, mientras que, en punta, el técnico
francés podría optar por Valère Germain, más versátil que Kostas Mitroglou, a
quien suele lanzar en los minutos finales cuando toca remontar.