Antonio Blanca
El
Atlético fue el “pupas”, el del refrán al que “a perro flaco todo son pulgas”,
el que se llevaba siempre las calabazas en los flirteos, el que siempre vivía en
el alambre, el que había bajado a Segunda con un buen equipo, el que caía
simpático pero no atemorizaba, el que (más allá del doblete) naufragaba año
tras año. Sí, ese era el Atlético, pasado del verbo ser. En el año 2010
cambiaron las tornas. A partir de entonces, primero con Quique Sánchez Flores
en el banquillo y después con Simeone (periplo de Gregorio Manzano mediante),
el conjunto rojiblanco ha conseguido desterrar todos esos tópicos. Ahora,
“gana, gana y gana”, como pregonaba Luis Aragonés, gana en la Liga Europa, en
la Champions League compite, la roza
con la yema de los dedos por dos veces, pero se les esfuma, esa guinda del
pastel para redondear su historia, para dar el salto de calidad definitivo.
Esa
época prodigiosa la comenzó Quique Sánchez. Con él, el Atlético ganó su primera
Europa League en el año 2010.
Después, vino Gregorio Manzano y, tras un mal inicio de temporada, apareció
Simeone como remiendo. El club apostó por el “Cholo” y le salió bien ya que
acabó el curso ganando la Europa League
con dos goles de Falcao y otro de Diego contra el Athletic de Marcelo Bielsa. “Entonces se empezó a gestar algo importante”,
reconoció el argentino en la rueda de prensa previa al partido contra el
Olympique. El tiempo dicta que así fue.
Después,
llegó una Copa del Rey (nada más y nada menos que contra el Madrid en el
Santiago Bernabéu), dos Supercopas de Europa, una Liga (en el Camp Nou) y esta
última Europa League. Esa es la cosecha. ¿La pena para el Atleti? Las dos
finales de Copa de Europa perdidas contra el Real Madrid en Lisboa (con un gol
en el minuto 93 de Sergio Ramos que forzó la prórroga) y en Milán (con una pena
máxima fallada por Juanfran y el gol posterior de Ronaldo en la tanda de
penaltis).
Este
es el balance y el palmarés. Por eso, Simeone es “sagrado”. Se puede compartir
su estilo, sus maneras, sus formas o su juego. Puede caer peor o mejor. Es
posible, incluso, que alguien, durante estos años, se haya visto en la
tentación de pedir su cese. Pero, definitivamente, y temporada tras temporada,
el “Cholo” ha vuelto (con títulos o sin ellos, también con una millonaria
inversión) a salir por la puerta grande del Calderón. Ahora, lo seguirá
haciendo en el Metropolitano.
Simeone
tiene un año más de contrato con el Atlético de Madrid. Es decir, si no
renueva, terminará su etapa como entrenador la próxima temporada, cuando se
disputa la final de la Champions League en el coliseo rojiblanco. Ese es su
objetivo, tratar de levantar el título maldito en casa. Por eso se queda. Por
eso, esta Europa League no debería ser el cierre a una década prodigiosa, sino
el último estertor de un futuro aún más halagüeño a corto plazo, porque todo
sea dicho, el Atlético de Madrid no debe ser un club de un torneo grande pero
menor, el Atleti ha de ser de Champions.