Carlos de Blas
El Real Madrid sigue escribiendo con letras de oro su
historia en la Liga de Campeones. Logró lo que no se había hecho hasta ahora el
pasado año cuando repitió título en Europa y subió el listón este martes al
clasificarse para su tercera final consecutiva. La obra de Zinedine Zidane.
Para ello tuvo que sobrevivir al Bayern de Múnich logrando
un agónico empate a dos, haciendo valer la también sufrida victoria de la ida.
Un doblete de Benzema por delante y una exhibición de Navas bajo palos.
Dos nombres que quedarán en la memoria de un equipo alemán
que hizo todo lo humanamente posible para marcar. Con cualquier otro rival, la
goleada en campo rival habría sido de órdago. Pero enfrente estaba un Real
Madrid al que el destino aún le reserva otra noche europea más: Milán, Cardiff
y ahora Kiev.
Si un mensaje había calado en el Real Madrid a lo largo de
la semana que ha separado el partido de ida y de vuelta, era el de que no había
que permitir un comienzo con el de la Juventus.
Zidane y Ramos habían hecho hincapié en que resistir la
salida del Bayern iba a ser fundamental. Y pese a tanto aviso y con la
experiencia de la Juventus, el pitido inicial sirvió para demostrar que la
mente de los jugadores blancos no estaba en el partido de vuelta.
El técnico francés sorprendió en con un once titular en que
solventó la baja de Carvajal en el lateral derecho bajando a Lucas Vázquez
hasta ahí. Kovacic suplió a Casemiro como general en el centro del campo y
Asensio y Benzema como acompañantes de Cristiano Ronaldo en la delantera.
Por su parte, Heynckes se encontró con la papeleta de suplir
a Javi Martínez en la medular. El español, que arrastraba molestias desde la
ida, quedó relegado al banco. El joven Tolisso fue el encargado de ocupar su
lugar.
Con estos mimbres, el arranque del partido fue para el
equipo alemán. La salida en tromba del Bayern fue asistida por el despiste del
equipo local. En el minuto 4, el mejor ejemplo de ello cristalizó en el 0-1.
Dos llegadas claras por las bandas en un par de minutos y la
tercera, desde la derecha, acabó en premio. El centro fue mal despejado por
Ramos, que dejó la pelota muerta en las inmediaciones del área pequeña, donde
llegó Kimmich para cazar el balón suelto y mandarlo con un testarazo al fondo
de la red. Los ecos juventinos acallaron por momentos la repleta grada del
Santiago Bernabéu.
El balón era de los alemanes y el Madrid se dedicaba a
despejar como podía y buscar una contra rápida. En uno de estos momentos,
pasados los diez minutos, Marcelo, que sigue jugando con su particular balanza
de fallos atrás y acciones decisivas en el ataque, se marcó un centro medido al
segundo palo donde apareció Karim Benzema para rematar de cabeza a gol.
Este empate rápido le valió al Madrid para templar ánimos,
pero aún así, el dueño del partido seguía siendo el Bayern. Con una facilidad
pasmosa lograba plantarse delante del área de Navas. Tolisso, Thiago y James
ejercían de manera impasible su autoridad sobre el césped. En especial,
destacaba el recital de pases del colombiano.
Si los fantasmas italianos acechaban al Madrid, los más
recientes de la ida hacían lo propio con el Bayern, que seguía sin encontrar el
gol pese a la ingente cantidad de ocasiones que generaba.
Ribéry volvía a hacer demostración de una segunda juventud pero
Lewandowski no acababa de culminar el trabajo de sus compañeros. El francés, el
colombiano y el hasta el central teutón Hummels entraban por el área rival sin
apenas dificultad ante la parsimonia de la defensa blanca.
Entretanto, apenas una intervención de Cristiano Ronaldo al
otro lado servía para apuntar ocasiones del lado local. Cuneyt Cakir pitaba el
descanso y jugadores blancos y graderío respiraban. Habían sobrevivido a la
primera mitad.
Con los mismos protagonistas sobre el césped, el destino guardaba
un giro de guión para la reanudación. El saque de centro del Bayern acabó con
la pelota en pies de Tolisso, que ante la presión decidió ceder la pelota a su
portero para el pertinente despeje. Y aquí entra en juego Ulreich, que no podía
coger la pelota con la mano por cesión y erró el buscar la pelota con el pie.
Resbaló, cayó al suelo y asistió con una mirada terrorífica a la llegada de
Benzema para empujar a placer la pelota al fondo de la red. El 2-1 subía al
marcador.
Teniendo medio grogui por el golpe al Bayern, el Real Madrid
aprovechó para combinar casi por primera vez en el partido. En el 53, un chut
fuerte de Modric desde la frontal se marchó fuera por poco.
Poco después, entregado ya al contraataque ante la necesidad
alemana, el Madrid tuvo sus mejores momentos con una doble ocasión. Primero,
llegando por banda derecha y poniendo un centro que, en otro fallo de Ulreich
al salir a por la pelota, no encontró rematador por poco. Recogiendo la pelota
al otro lado, Marcelo mandó una golosina al interior para que Ronaldo, de
manera inexplicable, mandara a las nubes una pelota que le cayó de frente a la
portería. Una dosis de optimismo que acabó en mero espejismo.
El Bayern redobló esfuerzos a toque de corneta y sometió al
Madrid a un asedio constante. Un chut detrás de otro sin que el Madrid
consiguiera despejar. De entre todos, acabó James por derribar la infranqueable
barrera del gol no sin insistencia. Un centro de Süle que despejó Varane le
cayó a James, que en segunda instancia, de nuevo a contrapié contra Navas,
acabó anotando el empate a dos.
El agobio continuaba y el Madrid necesitaba poner coto al
nerviosismo. Zidane tomó medidas con un doble cambio en el 72. Benzema y
Kovacic se retiraban para hacer hueco a Bale y Casemiro.
Apenas sin tiempo para adaptarse a las incorporaciones,
apareció Tolisso cazando un balón muerto en la frontal y envió un zapatazo que
desató al mejor Navas, que protagonizó un paradón que salvó el 2-3. La figura
del costarricense se tornó en gigante para unos quince minutos –veinte con el
añadido- en las que se erigió como el gran héroe de la noche. La última
trinchera que fue incapaz de superar el ejército teutón.
Por delante, 1200 segundos que pusieron a prueba no ya los
nervios de los jugadores sino el corazón de los aficionados. Un tramo de
partido que consistió en resistir. Resistir dentro del área y achicando
balones. Un descenso a los abismos del que volvió a salir vencedor el Real
Madrid.
Un destino que además puso en valor a dos de los nombres
cuya continuidad está en duda para la próxima temporada: Karim Benzema, con
otra cita titánica en una semifinal, y Keylor Navas, con una actuación de las
que merecen un nombre grabado en la futurible orejona.
El sufrimiento se transformó en éxtasis con el pitido final.
El Real Madrid había sobrevivido a la segunda parte, al encuentro de vuelta y a
una semifinal ante el Bayern de Múnich de pleno dolor y, a la vez, de
celebración. Ya en el horizonte la bruma se disipa y queda a la vista una fecha
y un lugar: 26 de mayo, Kiev. El lugar donde el rey de Europa busca conservar
su corona.